Todos los que conocieron al chef de origen costarricense, Mario Salazar, radicado en los Hamptons desde hace más de 30 años, coinciden en afirmar que era un ser humano bueno. Uno de esos personajes que siempre tenía una sonrisa dibujada en su rostro y una palabra amable para ofrecerle a los demás. Quizás por su trabajo, creando deliciosos platillos, se especializó también en ponerle “sazón a la vida” y se hizo célebre entre amigos y familiares, por ser, junto a su esposa Aída, el alma de todas las reuniones y el eje central de muchos eventos y celebraciones realizados en nuestra área.
En el 2020, la noticia de que estaba siendo aquejado por un cáncer de páncreas, causó gran dolor no solo entre sus seres queridos, sino entre un gigantesco grupo de amigos que durante toda su vida, conocieron de sus bondades como ser humano.
“Es un hombre que hacía todo por los demás”, dice Julio Usma, cuñado de Mario, a quien consideraba como un hermano. “El siempre fue un hombre excepcional, no lo digo porque haya tenido la dicha de compartir la vida con él, sino por esa amabilidad con la que te recibía, con la que entablaba una conversación, lo generoso que fue en todos los aspectos. Y esa sonrisa en el rostro, era como su sello personal, por el que todo el mundo lo va a recordar”.
Mario fue chef de varios restaurantes en el East End de Long Island y tuvo su propio restaurante en Hampton Bays, en el que compartió con el público, lo mejor de la cocina de Costa Rica y de América Latina. En la última etapa de su vida trabajó como chef privado, para una familia de Southampton.
“Esta familia los ha apoyado mucho y han sido muy pacientes con ellos”, dice Julio. “El dejó de trabajar como al rededor de noviembre del 2019, que fue cuando empezó con los problemas de salud y estuvo más dedicado a estar pendiente de eso”.
Durante el tiempo que batalló con la enfermedad, hizo gala de una fortaleza inquebrantable, a pesar de que el diagnóstico llegó en medio de una pandemia mundial, para añadirle un poco más de dificultad a su tratamiento y en ocasiones, sacudir la estabilidad emocional de toda la familia.
“Justo en el momento que le pasó esto fue todo el problema del covid y entonces hubo muchas restricciones, el no poder verse con nadie y atravesando esta situación, afectó mucho la parte emocional, no solamente de él, sino de toda la familia”, asegura Julio.
A Mario le sobreviven su esposa y sus hijos Santiago y Felipe, de 17 y 21 años de edad respectivamente, también su madre, sus hermanos y toda su familia política que lo había acogido como un hijo más. También lamentan su partida los amigos de siempre, incluso los que dejó en su natal Costa Rica, quienes hace poco vinieron hasta los Estados Unidos para visitarlo y despedirlo.
“Sus amigos vinieron hace dos semanas a visitarlo. Si hicieron ese esfuerzo de venir a verlo, creo que esos hechos hablan de la calidad de persona que era Mario”, señala Usma.
Julio dice que su cuñado se fue muy tranquilo porque hizo un buen trabajo con sus hijos y porque estaba seguro de que a su familia no le faltará jamás apoyo.
“El se fue muy tranquilo en primer lugar porque él sabe que hizo muy buen trabajo con sus hijos, sabe que son muy buenos muchachos, y en segundo lugar porque sabe que hay mucho apoyo para ellos y para mi hermana, él sabe que nadie los va a dejar solos, que todo el mundo va a estar muy pendiente de ellos. El todo el tiempo me decía ”yo sé que vos vas a estar ahí para ellos“”, recuerda Julio.
Algunos amigos cercanos decidieron iniciar una campaña de recolección de fondos, para apoyar a los Salazar, con los gastos que este tipo de situaciones acarrean y sobre todo, con lo que está por venir, porque Mario era un pilar importante en la economía de la familia. Para contribuir con esta causa y ofrecerles su respaldo, haga click aquí.
Mañana se ofrecerá un servicio, entre las 4 de la tarde y las 8 de la noche, en O’Shea Funeral Home, en Hampton Bays y el sepelio está programado para el jueves 16 de septiembre a las 10:30 de la mañana en la Iglesia Santa Rosalía de Hampton Bays.
