Betty Rodríguez, la sobreviviente de Cáncer que se convirtió en “Best Seller” con su diario de fortaleza y amor

Conozca la historia de esta mujer que venció todas las barreras y hoy dedica su vida entera a ayudar a los demás

In Gente, Portada by Juliana Holguín y Diana P. Torres Leave a Comment

A Betty Rodríguez, la incansable líder comunitaria y voluntaria de diversas causas de ayuda al prójimo en Long Island, muchas horas de los últimos días se le van atendiendo entrevistas y recibiendo galardones y premios. Todo porque a sus 61 años de edad, ella acaba de dar a luz, según sus propias palabras, a dos nuevos hijos: Un libro en el que narra su desgarradora historia de valentía y resiliencia para enfrentar el cáncer de mama que le fue diagnosticado en 2007 y su fundación “Betty’s Foundation” con la que aspira a convertirse en la mano amiga que los pacientes con cáncer necesitan en los momentos más críticos de la enfermedad.

Aunque los días parecen sonreírle al ver cristalizados sus sueños más encumbrados y después de estar 11 años libre de la enfermedad, esta mujer es la protagonista de un testimonio de fortaleza y amor, que merece ser contado una y otra vez:

Corría el año de 1996, cuando Betty, quien en ese entonces trabajaba como pastelera en un crucero, decidió probar suerte en los Estados Unidos y aventurarse en busca del llamado sueño americano, en compañía de su esposo. En su natal Bogotá se habían quedado sus tres hijos, más de la mitad de su vida, así que la meta era trabajar duro para poderlos traer lo más pronto posible. Betty y su esposo se dieron a la tarea de buscar oportunidades en lo que sabían hacer, la pastelería y la culinaria, y pronto lograron ubicarse para empezar a darle forma a sus metas.

“Di con la suerte de que conocí a un chico chileno y sus padres trabajaban en las Naciones Unidas. Un día me dijo ”mis papás necesitan alguien que de pronto cocine y mi novia también“ y a los ocho días ya estaba trabajando con esta familia”, asegura.

Betty dice que casi sin darse cuenta llegó a tener 13 casas de gente importante de Nueva York en las que no solo cocinaba, sino que se encargaba de todos los quehaceres. Logró traer a dos de sus hijos y cuando todo parecía miel sobre hojuelas, llegó el diagnostico que le cambió la vida.

“Se paró el reloj, dejé de trabajar, mi familia lloraba, mi esposo y mi hijo mayor, porque al menor no le decía nada porque se iba a graduar de High School. Yo solo pensaba me voy a morir, cuánto tiempo me queda?”, dice.

Indocumentada, sin seguro y sin hablar inglés, enfrentarse a una enfermedad como el cáncer parecía el fin del mundo. Tuvo que tocar muchas puertas, más de las que toca un paciente normal, para poder finalmente conseguir que le dieran el tratamiento necesario para salvar su vida.

“Inicialmente corrí con la mala suerte de que tuve una doctora que se le olvidó darme el diagnóstico de que había salido positiva en cáncer y se fue de vacaciones y me dejó 52 días sin yo saber nada”, relata Betty. “Gracias a una amiga otro doctor me diagnosticó y luego el proceso se demoró mes y medio más, para que me recibiera el hospital como paciente. Imagínate la historia que te estoy contando, era como una película de terror”.

Mientras pasaba por quimioterapia, radioterapia, una mastectomía y un proceso de reconstrucción, dice Betty que afrontó verdaderos días oscuridad, en los que aveces no sabía ni qué hacer con sus emociones. Entonces  decidió plasmarlas en papel, en trozos de servilletas o en lo que tuviera a la mano, y así fue como empezó a reunir la materia prima de lo que 14 años después, se convertiría en su libro “Por qué a mí? Siempre hay una esperanza”.

“Mis escritos estaban en una servilleta, en un pedazo de papel higiénico, en papel de la cocina, donde fuera. Yo escribía, hoy estoy triste, hoy me dio un dolor, hoy me dio un trastorno, hoy quiero matar un pájaro, en fin todas las emociones que salen a flote durante ese proceso”, dice.

Betty asegura con total serenidad, que logró tener la fortaleza para vencer el “cáncer físico”, gracias a que desde muy niña enfrentó otras modalidades de cáncer, como cuando fue violada por su propio padre a los 12 años de edad. Fueron la enfermedad y esos golpes de la vida, los que según ella, le permitieron descubrir que el verdadero sentido de su existencia, es ayudar a los demás.

“A mi me hace feliz apoyar a la gente”, dice. “Si tengo que ayudar aquí o allá lo hago, si tengo que barrer, trapear, cocinar, lo que sea, lo haré. Me hace feliz darle un abrazo a la gente, decirles tranquilas que esto pronto va a pasar”.

Como no quiere que otras mujeres sufran lo que ella pasó, se convirtió en la promotora número uno de las mamografías en Long Island. Donde quiera que haya una comunidad interesada en que llegue Betty con el camión de mamografías, allí estará ella. Solo en el mes de octubre Betty y Project Renewal Scan Van, realizaron 11 jornadas, en las que cientos de mujeres sin seguro médico, pudieron tener acceso a este examen totalmente gratis.

Betty Rodríguez durante una de las jornadas de mamografías gratuitas en Long Island. Foto: Album personal.

El trabajo de Betty no termina allí, ella se encarga de canalizar ayudas para las pacientes con cáncer que necesitan apoyo, buscar tratamiento para las que no tienen acceso a un seguro médico, también trabaja en jornadas de prevención, es voluntaria en decenas de iniciativas y como si todo esto fuera poco, saca tiempo para ir a limpiar las casas de las pacientes para que cuando lleguen de las pesadas jornadas de quimioterapia, no tengan que preocuparse por nada.

“El sueldo que yo recibo diario o mensual es ver esas caras felices, el ver que pude ayudar a alguien. Recordar cuando yo tuve tanto dolor, que no tuve comida en mi casa, cuando tuve cáncer, ver a mis niños llorar”, relata Betty. “Hoy le estoy regresando a la vida lo que la vida me dio a mi, porque al final del día, mis niños terminaron la universidad, que no todos los padres que vienen a Estados Unidos tienen la dicha de decir “tengo tres hijos profesionales””.

Con la ayuda de su sobrino logró transcribir las memorias de su enfermedad y finalmente convertirlas en el libro que salió al mercado en formato digital hace unos días y en cuestión de horas se convirtió en un “Best Seller” de Amazon. La versión en papel saldrá a la venta a mediados de diciembre, como dice Betty, “justo a tiempo para los regalos de navidad”.

Betty fue galardonada recientemente por el Consulado de Colombia en Nueva York, por su trabajo con la comunidad.

Hace unos días también cortó la cinta de su fundación para darle rienda suelta a otro de sus sueños: una entidad de apoyo verdadero y desinteresado a las pacientes con cáncer. Su siguiente reto, dice, es reunir el dinero necesario para tener su propio camión de mamografías, una meta que cuesta más de 500 mil dólares, pero que cree logrará con la ayuda de instituciones y gente de buen corazón.

Por su labor Betty ha recibió un sin numero de reconocimientos, ha sido galardonada muchas veces y llegó incluso hasta la ONU, siempre con un mensaje de esperanza y positivismo.

“Estoy viviendo mis 15 años que nunca tuve, estoy viviendo la fiesta de matrimonio que nunca tuve, estoy viviendo la fiesta de cumpleaños que nunca he podido tener, estoy viviendo un sueño”.

Betty Rodriguez en la Organización de las Naciones Unidas.

Los recaudos por la venta de su libro que se comercializa en Estados Unidos, México, España e Italia, irán directo a su fundación para seguir ayudando a la gente que lo necesita. Si usted quiere comprar el libro de Betty, por solo 5 dólares, leer su historia y contribuir a su causa, haga click aquí. Y si está interesado en tener el camión de mamografías en su comunidad, puede comunicarse directamente con ella al 516 444 8752.

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Juliana Holguín y Diana P. Torres

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