Actualización: Octubre 7-9:30 PM
La historia de Roberto Colón, tocó esta tarde muchos corazones, y gracias a esas personas que se tomaron el tiempo de leer su relato y de compartir el artículo de Tu Prensa Local, en cuestión de horas, se logró la unificación de una familia.
“Mi esposo está hablando en este momento con sus dos hermanas”, dijo a través del teléfono Cristina Pastrana, esposa de Roberto, emocionada hasta el llanto.
Gracias a que muchas personas decidieron multiplicar el clamor de este hombre que sufrió durante años la carencia de una familia, hoy pudo enterarse de que tiene dos hermanas, cuñados y sobrinos.
“No tengo palabras para agradecerles. Tengo una familia, tengo una familia y quiero que ustedes estén allí en el reencuentro”, nos dijo entre lágrimas Roberto.
La parte triste de esta historia es que el padre biológico de Roberto, la persona que lo motivó a iniciar esta búsqueda, falleció hace 6 años, tras batallar contra el cáncer.
El anhelado reencuentro con su verdadero padre no va a poder ser, pero el hecho de saber que tiene una familia, con la que puede entablar de ahora en adelante vínculos de amor, lo tiene inmensamente feliz.
Las hermanas están radicadas en Patchogue y Roberto planea venir a visitarlas desde Amsterdam, Nueva York. Dice que sueña con pasar un Día de Acción de Gracias con todos los miembros de esa familia que nunca tuvo.
Tu Prensa Local le hará seguimiento al reencuentro, para contarles todos los detalles de este final feliz, que se ha logrado sin lugar a dudas, gracias a la increíble respuesta de nuestra comunidad.
Historia Original: Un hombre clama por ayuda de la comunidad para localizar en Patchogue a su padre biológico, luego de que su madre le confesara un secreto que guardó por 47 años
Roberto Colón es un residente de Amsterdam, Nueva York, que pasó la mayor parte de su infancia en Patchogue, Long Island. Allí nació, creció y estudió, cerca de aquellos a los que consideraba su familia, a pesar de haber sentido siempre, según sus palabras, “una especie de rechazo inexplicable por parte de sus allegados”. Ahora, a sus 47 años de edad y luego de que su madre le confesara que el hombre que le dio nombre y apellido, no era en realidad su padre biológico, Roberto ha decidido exponer su historia, con la esperanza de encontrar a su verdadero padre, sus demás hermanos, si es que existen, y de esta manera darle final a un ciclo inconcluso de desprecio y sufrimiento, que lo ha marcado a través de los años.
“Ella guardó ese secreto por años, 47 años, los mismos que yo voy a cumplir”, dijo Roberto. “Yo siempre vi que mi padre me trataba distinto, siempre era mi hermana todo y yo nada. Un rechazo hacia mi, hacia mi hijo y hacia mi nieta. Siempre ha habido un rechazo total a todo lo que venga de mi”.
Dice Roberto que su madre, Julia Rivera Verges, de origen puertorriqueño, le confesó hace pocos días, haber tenido en 1974 una relación extramarital, con un hombre llamado José, que vivía en el mismo edificio en el que ella residía con su entonces esposo, Roberto Colón. El complejo de 4 pisos estaba ubicado en el 260 de Main Street, en Patchogue. Roberto dice que de acuerdo con las confesiones de su madre, él fue el fruto de esa relación extramarital, pero ella jamás le contó la verdad a su esposo y mucho menos al verdadero padre de su hijo.
“Con tantas cosas que pasaron yo empecé a crear mis propias sospechas, hasta yo mismo le dije a mi supuesto padre que quería hacerme la prueba de sangre. Pero el no quiso”, dijo.
A medida que Roberto fue creciendo, iba descubriendo que no se parecía físicamente en nada a su papá, ni a su supuesta familia paterna. Algo que su padre también parece haber notado, y que habría sido la causa por la que nunca lo quiso y por la que jamás le brindó cuidado, consejo o atención.
“Yo no tuve un padre que me guiara. A los 12 o 13 años mi madre se iba con sus amigos y yo me quedaba solo en casa, invitaba amigos, fumábamos yerba y no iba a la escuela”, recuerda Roberto. “Mi tía, la esposa de mi supuesto tío, era la que me cuidaba, ella siempre llegaba con un plato de comida y hasta hoy la considero como una madre”.
Después de mucho insistirle a su madre que le contara la verdadera historia de su vida, Roberto dice que la mujer accedió, a sus 77 años de edad, a revelar en detalle su pasado, para enmendar en algo los errores cometidos y resarcir el daño que le hizo a su propio hijo, con sus acciones y su silencio.
“Ella tuvo una aventura con el tal José, eso es lo único que yo sé, ellos no tuvieron una relación por meses sino una aventura de unos días y quedó embarazada. Entonces ella para no perder su matrimonio, le dijo a su esposo, este es tu hijo”.
Con la información que le entregó su madre, Roberto Colón ha emprendido una especie de cruzada. Está decidido a tocar todas las puerta que sean necesarias, con el fin de que pueda conocer algún día a su verdadero padre, presentárselo a su hijo, a su nieta, y por qué no, construir aunque sea un poco, de esa familia a la que nunca tuvieron acceso.
“Yo no quiero ni dinero, ni nada. Lo único que quiero es conocerlo y saber si tengo más hermanos. Siempre he sido una persona a la que le dieron la espalda”, dice Roberto. “De parte de mi madre, nosotros somos 6 hermanos de diferentes papás. Yo vine a conocer a dos o tres hermanos míos en el 92 porque yo ni sabía que ellos existían. Porque ella también guardó ese secreto”, asegura.
De su padre biológico sabe únicamente que se llama José, desconoce su apellido, pero dice que era comúnmente conocido en la población, con el sobre nombre de “Moña de Trapo” debido a que tenía una cabellera abundante. Según la madre de Roberto, el señor José vivía en Patchogue, era de mediana estatura, tenía ojos color café y cabello castaño. El hombre era mucho menor que ella, por lo que calculan que hoy en día debe estar en sus 62 años de edad. También saben que trabajó en una bodega hispana muy popular en la localidad, razón por la cual conservan la esperanza de que muchas personas aún lo recuerden y puedan darle a Roberto alguna razón de su paradero actual.
“Mi esposo es epiléptico y quiere saber si alguien más en su familia padece de esta condición”, dice Cristina Pastrana, esposa de Roberto. “Su madre también estuvo de acuerdo en que se divulgara esta historia para que su hijo conozca por fin a su verdadero padre”.
El señor Colón asegura que su existencia ha estado plagada de desamor y que es momento de dejar atrás las dificultades y encontrarse con sus verdaderos orígenes.
“A mi mamá el gobierno le daba todo, pero por esa vida que ella llevaba también lo perdía todo. Yo llegué a dormir en un shelter por 6 meses, después de ahí terminé durmiendo en un carro como por tres meses, hasta que mi tía me encontró y me llevó para su casa, pero pasé mucha necesidad, mucha hambre. Ahora me digo, de tanta desgracia qué se puede hacer, uno aprende de los cantazos y no queda más que levantarse”.
Roberto apela a la comunidad para que le ayude a difundir su historia, que aunque parezca de novela, ha sido sacada de la vida real, y aún no tiene un final feliz.
“Si él hubiera conocido a su padre, o conocido más hermanos, podría haber tenido una vida de felicidad, una vida diferente”, dice su esposa.
Roberto cree que tanto él, como su verdadero padre, se merecen la oportunidad de conocerse, de darse un abrazo y de contarse esos pasajes de la vida que vivieron por separado, sin que el uno supiera de la existencia del otro. Quiere saber si tiene más familiares, hermanos, primos, sobrinos, en fin, todos esos seres con los que nunca ha podido contar.
Si usted conoce algún dato sobre el señor José alias “moña de trapo” y quiere contribuir a darle un cierre a esta historia, puede comunicarse con el 813 465 9044 o con el 518 816 3312. Si no conoce a estas personas, colabore compartiendo este relato, para que llegue a muchas más, y entre todos podamos lograr el objetivo de reunir después de 47 años, a un hijo con su verdadero padre.