El East End ha perdido a una feroz defensora de la justicia y de la comunidad.
La hermana Margaret Rose Smyth, quien dirigió el Apostolado Hispano del North Fork durante más de 20 años, murió en su casa en Riverhead. Tenía 83 años.
La Hna. Margarita, como la conocía la comunidad, era miembro de las Hermanas de Santo Domingo de Amityville, y una portavoz incansable de los trabajadores y las comunidades inmigrantes del East End.
Al frente del Apostolado Hispano del North Fork durante 23 de los 26 años de la existencia de esta institución, la Hna. Margarita fue un ícono de la comunidad latina, la persona clave a la que muchos acudían en busca de ayuda de todo tipo; desde comida y ropa, hasta defensa en los tribunales de justicia, trámites de inmigración, ayuda con las escuelas, enlace comunitario con consulados y mucho más.
Ella era, a todas luces, una mujer de bien con una fuerza y carácter inigualables.
“No hay nadie como ella. La huella que dejó en esta comunidad perdurará por siempre. Todos aquí tienen el corazón roto,” dijo Eileen Mattausch, una voluntaria que trabajó con la Hna. Margarita durante casi 20 años.
“Se va a hacer un agujero tremendo. Siempre hemos dicho que nadie más, nadie iba a poder ponerse en los los zapatos de ella,” dijo Mattausch.
Además de dirigir el Apostolado Hispano del North Fork, la Hna. Margarita, desde septiembre de 2014 también dirige el ministerio social en la iglesia San Juan Evangelista en Riverhead. El Apostolado Hispano del North Fork trasladó sus oficinas a la antigua escuela parroquial ese mes, y las dos organizaciones, bajo su incansable liderazgo, trabajaron juntas para ayudar a los miembros de la comunidad que lo necesitaban.
Cuando la Hna. Margarita no se presentó al centro parroquial esta mañana para trabajar como de costumbre en el evento anual de entrega de regalos de Navidad, y nadie pudo ubicarla por teléfono, una voluntaria y una trabajadora de la parroquia fueron a su apartamento a buscarla.
“Revisamos la sala y luego fuimos al dormitorio y fue entonces cuando la encontramos como si estuviera dormida,” dijo Liz Cárdenas, coordinadora de Formación Religiosa en San Juan Evangelista. “La verdad es que se fue en paz. Tenía una cara de paz, de tranquilidad. Ella se fue a descansar en los brazos del Señor.”
Nacida el 29 de octubre de 1939, Margaret Rose Smyth era hija de inmigrantes irlandeses. Creció en Woodside, Queens, “una comunidad irlandesa muy grande,” dijo en una entrevista en 2018. Era una de tres hijos de una familia que describió como muy religiosa.
“Siempre estábamos haciendo algo para ayudar a la gente,” recordó.
La Hermana Margarita ingresó al convento a los 17 años.
“Siempre sentí que el buen Dios quería que pudiera dar la mayor parte de mi vida para poder ayudar a las personas. Y supe en ese momento que la forma de hacerlo era ser monja,” dijo. “Había menos cosas que estaban abiertas a las mujeres entonces. Es diferente para las mujeres de hoy. Ciertamente no me arrepiento de las decisiones que he tomado.”
Se formó para convertirse en maestra y enseñó en escuelas primarias católicas en Queens, y luego pasó a enseñar español en una escuela secundaria en Brooklyn. Luego se desempeñó como directora en dos escuelas primarias católicas.
“Me encantaba estar en la escuela y ser maestra,” dijo la Hna. Margarita, quien todavía está en contacto con sus alumnos desde hace décadas.
Más tarde se convirtió en pastora asociada en East New York, Brooklyn, donde se capacitó para ser organizadora comunitaria, un trabajo al que no era ajena. La Hermana Margarita, con 30 años, marchó junto al famoso líder sindical, activista de derechos civiles y defensor de los trabajadores agrícolas César Chávez en la década de 1960.
“Cuando a las personas no se les paga o tienen condiciones de vida terribles o cosas así, tenemos que hacer algo,” dijo la Hermana Margarita.
La Hna. Margarita obtuvo una licenciatura en español de la Universidad de St. John y una maestría en educación urbana y estudios espirituales de la Universidad de Fordham. La querida defensora comunitaria además viajó en su juventud a Guatemala y El Salvador, donde se enamoró de por vida de la cultura centroamericana, sus tradiciones, comida y trajes típicos.
Iván Sacor, feligrés de la iglesia St. John the Evangelist en Riverhead, miembro de la organización Red por la Paz y el Desarrollo de Guatemala y organizador de los consulados móviles de Guatemala desde el 2006 hasta el 2018, dijo que la Hmna. Margarita amaba a la comunidad latina, y que era una verdadera referencia para muchos, quienes crecieron con ella.
“Ella era siempre alegre, le encantaba bailar, y participar en los eventos culturales y sociales de la iglesia, estaba siempre ahí para todos nosotros,” recordó Sacor.
“Me deja un gran vacío. Mi mamá, quién falleció hace poco, estaba lejos y la hermana Margarita era como mi mamá aquí en Estados Unidos. Estuve en el grupo de jóvenes y ella siempre nos apoyó para que estuviéramos en el camino correcto, que hiciéramos lo correcto,” dijo Sacor entre lágrimas.
“Para nosotros, para la comunidad inmigrante, estamos destrozados,” dijo Sacor. “Ella fue una gran líder.”
Sacor dijo que la recuerda “como una madre, una persona que siempre estuvo ahí para los demás, como religiosa, y también como apoyo moral, apoyo económico, lo que fuera, ella daba todo lo que podía dar.”
El feligrés también recordó cómo la Hna. Margarita abogó siempre por el respeto de la comunidad inmigrante en el East End, y para que sus derechos se hicieran valer. “Abrió puertas para muchos, nos defendía ante todas las autoridades locales para que nos dieran nuestro lugar. Ella ayudó a muchas personas a convertirse en residentes y ciudadanos también,” dijo.
“Perdimos un gran apoyo. Es muy difícil. Gracias a Dios estuvo mucho tiempo con nosotros, pero duele mucho,” dijo Sacor.
Y fue su gran amor por la comunidad que la llevó también a formar coaliciones con otros aliados en la región, para que reconocieran la labor de la comunidad latina y se unieran a la lucha por defender sus derechos.
“La hermana Margarita me cambió la vida y me hizo ver la vida de forma diferente. A finales de los 90, cuando me convertí en defensor de los derechos de los inmigrantes, la Hna. Margarita me llevó en lo que todavía llamo una “caravana de la justicia” a visitar una granja abandonada cerca de Briermere Farms en el North Fork”, recordó Richard Koubek, el coordinador de alcance comunitario de Long Island Jobs with Justice.
“En aquella casa en ruinas vivían unos 40 jóvenes mexicanos y varones, todos trabajadores de los viñedos cercanos. Pagaban $250 al mes cada uno de alquiler y no tenían muebles ni electricidad,” dijo. “Lo que sí tenían era a la Hna. Margarita, que les consiguió colchones de aire, se aseguró de que tuvieran comida y los cuidó como una madre. Es por eso que muchos la llamaban ‘mamá’ en lugar de ‘hermana’. Fue una verdadera campeona de los pobres,” dijo Koubek.
Desde la noticia de su fallecimiento, cientos de personas lamentan la pérdida de esta incansable líder, una devota de la justicia, y amante de la comunidad Latina, que tocó las vidas de incontables familias en nuestra región.
“Que triste noticia. Que en paz descanse, hay un ángel mas en el cielo. Fue y será una mujer extraordinaria. Siempre veló por todos los inmigrantes. Gracias mil gracias,” dijo Elizabeth Ortiz en la página de Facebook de Tu Prensa Local.
“La comunidad de Riverhead está de luto, por la pérdida de una persona que dio su vida y dio todo a los que necesitaban ayuda, Hermana Nargarita siento mucho su pérdida, descanse en paz,” escribió Amador Xajap.
Los arreglos para el velorio y el funeral están pendientes, dijo el padre Larry Duncklee, párroco de la iglesia San Juan Evangelista. Los arreglos serán hechos por la Reina del Rosario, Hermanas de Santo Domingo en Amityville, dijo.