Al son de carcajadas y calurosas sonrisas, las madres de la organización Latina Moms Connect compartieron sus vivencias como mamás y mujeres afrolatinas, el pasado viernes, durante un conversatorio que buscaba celebrar y explorar lo que significa ser una mujer Latina, de raza negra viviendo en Long Island, una experiencia muchas veces rica, compleja y polifacética.
“Temas y Tapas: Reconocimiento y Homenaje Afrolatino,” — como se llamó la reunión que se llevó a cabo en la cafetería Doce Empanadas, ubicada en Carle Place — se centró alrededor de la identidad y los problemas sociales que la comunidad Afrolatina atraviesa, desde el colorismo, que afecta también a la comunidad indígena, hasta el sentido de pertenencia, la autoestima y más.
Dorothy Santana, la fundadora y presidenta de Latina Moms Connect, explicó que el propósito de estos eventos, es fomentar la identidad multicultural de la nueva generación latina.
“Necesitaba crear un espacio para nosotras las mamás, y compartir las dificultades de criar hijos bi-culturales,” dijo Santana.
El evento inició a las seis de la tarde con la presentación de las mujeres asistentes. Adriana Devers, autora del libro Huellas de una Memoria Perdida, y Rosalba Henao, profesora y artista, estuvieron presentes durante el diálogo.
Devers presentó diferentes cantos, baile y poemas, narrando su experiencia como mujer afrodescendiente y la historia de su raza. Ella dice que a través de la poesía ha logrado encontrarse a sí misma y conectar. Devers recalcó la importancia de prestar atención a los mensajes subliminales. Ella habló de cómo los medios retratan a las personas afrodescendientes y cómo estos estereotipos se introducen en la mente de los niños.
“Continuo usando mi poesía, continuó usando espacios como este para empezar conversaciones, cambiar ideas, y ver cómo podemos ser creativos, educarnos el uno al otro, y hacer una diferencia en nuestros hijos,” señaló Devers, resaltando el sentido de responsabilidad que dice, tiene con las futuras generaciones.
Rosa Henao, inmigrante de primera generación, y madre de la pintora conocida como La Villana, introdujo un set de pinturas llamadas Las dos Evas en las cual se retrata a una mujer blanca y a otra negra, ambas desnudas sobre el follaje del bosque. La Eva Blanca, está de lado y tiene las piernas cruzadas, mientras la Eva Negra tiene una mano sobre la cadera, postura recta, y mira hacia adelante. Henao explicó que pintó estos retratos para reflejar la idea de que todo lo malo de la sociedad lo debemos a un pacto, que las mujeres llevan al hombro de manera inconsciente. “Eva no es realmente blanca, la primera mujer en el mundo es africana,” Henao explica. “Ella pertenecía a la naturaleza.”
“Pero nuestra Eva”, dijo refiriéndose a la pintura de la Eva Blanca, “tiene que cerrar las piernas, ser correcta, callar y no hablar… estas son impuestas por una posición patriarcal.”
Una a una, las mujeres en la mesa comenzaron a contar historias.
“Cuando era una niña, algunas de las chicas afro americanas vieron a mi madre. Ella me preguntó si yo era negra. Entonces fui a casa, y le pregunté a mi madre ‘Madre, yo soy negra?’ Y mi madre dijo, ‘Bueno yo soy negra, por lo cual, tu también eres negra,’” explicó una de las mujeres presentes, quien continuó diciendo que hay veces en que callamos a los niños cuando mencionan el color de las personas, y lo que ocasiona, es que se convierta en un tema negativo, cuando realmente se debería discutir como algo normal y natural.
Otra de las mujeres presentes mencionó la discriminación por la que su madre, quien era negra, había pasado, y por lo cual sus padres no querían que ella aprendiese sobre su cultura. Ella dijo que cuando sus padres quisieron comprar una casa, su padre, quien era un blanco puertorriqueño, llevó a su abuelo, también blanco, porque si llevaba a su madre, no les iban a querer vender la casa.
Las empanadas y los churros llegaron a la mesa. El olor a café llenaba el aire. Y la conversación se extendió a los cánones de belleza, el colorismo, y el sentimiento de no encajar.
Señalando su nariz, y colocando ambos dedos a los lados, de manera que se deslizan desde el dorso hacia la parte frontal de sus mejillas, Devers dijo que había escuchado de muchas personas a su alrededor, que aquello, le iba a ayudar a tener la nariz más fina, ya que había que mejorar la raza.
“En la primera edición de mi libro, hay una imagen de los años cuando solía relajar mi cabello, yo lo llamo esclava de la peluquería, porque tenia que ir todas las semanas, y pagar entre 30, 35 [dólares,] y si tenía que alisarlo con relajadores, pagaba 70 dólares,”dijo Devers, recordando también las quemaduras que ella misma se ocasionó al relajarse el cabello por su propia cuenta.
“Mi mamá se esconde del sol porque no quiere volverse más oscura,” otra mujer dijo.
“Camina con un paraguas,” señaló una tercera.
“Desde que puedo recordar, teníamos que alisar nuestro cabello, los rulos eran desordenados, y hablar de esto era un tabú. Nunca tuvimos estas conversaciones,” dijo la segunda. “No puedo evitar emocionarme porque sé que es parte de mi, por que es quien mi madre era.”
Al terminar la reunión, las madres presentes reflexionaron sobre las experiencias que ganaron durante la discusión. Expresaron ya no sentirse solas y estar motivadas para seguir inculcando la cultura e identidad afrolatina en sus hijos.
Latina Moms Connect realiza múltiples eventos multiculturales durante el año, para conectar con ellos puede escribirles a latinamomsconnect@gmail.com.