Quizás muchos de los habitantes de Glen Cove han visto el imponente edificio donde funciona Phorep, o quizás algunos han dejado en manos de este negocio, sus computadores y dispositivos, para que sean reparados. Pero lo que a lo mejor la mayoría de estas personas desconoce, es que detrás de esta próspera empresa de soporte tecnológico, hay un joven Latino, con una asombrosa historia de superación, resiliencia y fortaleza, que vale la pena ser contada, una y otra vez.
Su nombre es Angel Reyes, un soñador como muchos de los miles de beneficiarios de DACA que hay en el país, quien llegó a los Estados Unidos a los 15 años de edad, en compañía de su madre y su hermanito, con la ilusión de empezar una nueva vida en tierras extrañas, por aquel 2005.
Según cuenta Angel, fueron épocas difíciles, de adaptación e incertidumbre, en las que todo parecía desconocido: el idioma, las costumbres, la escuela, los amigos. Sin embargo el golpe más duro de su vida, llegaría tres años después, cuando su madre fue deportada por las autoridades de inmigración y enviada de regreso a Lima.
“Fue el primer momento en el que yo dije: esto de ser indocumentado es cosa seria”, recuerda Angel.
Sufrir la separación de su madre, siendo un adolescente que aún cursaba la escuela secundaria, fue una prueba muy difícil. Su hermano que era un pequeño de 11 años, regresó al Perú con mamá y Angel se quedó absolutamente solo, enfrentando la vida y sus desafíos, en un territorio que seguía siendo desconocido. Sin embargo, dice, ese duro capítulo de su historia, lo acercó a la comunidad y despertó en él, ese deseo de trabajar por los inmigrantes que lo ha acompañado sin descanso, desde entonces.
“Tengo el deseo de trabajar por la comunidad por que la época donde arrestaron y eventualmente deportaron a mi mamá me hizo despertar a una triste realidad donde el inmigrante indocumentado vive bajo un peligro muy grande”, dice Angel. “Me hizo entender el racismo que existe en contra del hispano, no solo en la gente, pero también en las instituciones y en el sistema. Entonces decidí aprender más sobre los temas políticos y sociales para poder ser parte del cambio y poder apoyar a las familias que estén viviendo lo que yo viví con mi familia en el 2008”.
Así fue como se vinculó inicialmente con la organización Latino Justice, en Manhattan, para conocer de cerca la realidad de los inmigrantes latinos y posteriormente con el Ministerio del Inmigrante Rural, donde ha tenido la oportunidad de ver y palpar el esfuerzo que hacen día a día, los trabajadores del campo y las injusticias a las que muchas veces son sometidos quienes dejan la vida entre arado y arado, para que todos tengamos un plato de comida en la mesa, aún en tiempos tan inciertos, como los de una pandemia.
“He conocido el esfuerzo que los trabajadores agrícolas ponen en su trabajo. Y cómo el estado los ha ignorado por tanto tiempo”, señala Angel.
A la par con su labor comunitaria, Ángel también ha ido recorriendo su camino personal y profesional. En el 2016 decidió unir esfuerzos con tres compañeros de la escuela secundaria y crear una compañía que pudiera ayudar en el campo tecnológico, a toda la comunidad de Long Island. Así nació Phorep, una empresa de mantenimiento, reparación de computadores y muchas otras alternativas de respaldo técnico.
En poco tiempo, la compañía se ha ganado un espacio en el mercado y la confianza de los clientes que acuden a este lugar, cada vez que necesitan por ejemplo, reparar su teléfono celular, que un experto revise su tableta, cuando tienen algún problema con los relojes inteligentes, cuando necesitan reparar su computadora o cuando requieren de labores más sofisticadas, como recuperar la información guardada en un equipo que ha sufrido un daño irreparable.
Para Angel este negocio, no solo es la fuente de ingresos para ayudar a su familia en Perú, sino su opción para mantener a su naciente familia de los Estados Unidos, conformada por su esposa y su pequeña hija Zoe. Es además la oportunidad de ver cristalizado, su propia versión del sueño americano.
“Para mi el sueño americano es poder trabajar duro por nuestras metas, aprovechando las oportunidades que nos brinda este país”, añade Angel.
Su compañía no solo se especializa en reparación de dispositivos, sino que se ha ganado un espacio en el campo de la asesoría para escuelas y hoy en día tiene un cúmulo de clientes satisfechos en el sector educativo. Un buen número de escuelas de Long Island y la ciudad de Nueva York, confía a Phorep sus preocupaciones en materia de computadores, y lo hacen como decimos en nuestros países “a ojos cerrados”, porque el equipo de esta empresa 100% Latina, es garantía de profesionalismo y calidad.
“Ayudamos a las escuelas y organizaciones con sus necesidades de tabletas, Chromebook y computadoras portátiles. tenemos años de experiencia, entrega rápida, alta calidad y los mejores precios”, asegura Angel.
En Phorep el cliente es la prioridad número uno: “Ofrecemos opciones de recogida, entrega y envío por correo. Díganos cómo podemos ayudar”, aseguran en el sitio web de la compañía
Aunque su negocio crece todos los días y eso lo llena de gran orgullo, hay una asignatura que para este emprendedor y carismático soñador peruano, todavía sigue pendiente:
“Tenemos muchos clientes americanos, pero me gustaría que los latinos se sintieran con la confianza de venir. Que sepan que este es un negocio hispano”.
En esta empresa cualquier trabajo cuenta con 6 meses de garantía y el diagnóstico inicial es completamente gratis. No en vano, tantos y tantos clientes satisfechos confían a Phorep sus necesidades tecnológicas.
Después de las altas y las bajas que conforman ese maravilloso camino recorrido, para Angel, el exitoso empresario, es inevitable mirar atrás y sentirse inmensamente complacido de lo que ha logrado en estos años de esfuerzo. Especialmente en los últimos cuatro, en los que al igual que todos los beneficiarios de DACA, él estuvo en una especie de montaña rusa de emociones, enfrentando la amenaza constante de que esta figura, gracias a la cual vive, trabaja y sueña de manera legal en los Estados Unidos, podía desaparecer.
“Todo era muy inestable, no sabíamos si nos iban a venir a buscar”, dice Angel, recordando lo duro que fueron estos últimos años. “Ahora me siento muy positivo y al mismo tiempo voy a volver a viajar a Perú a ver a mi mamá, para que conozca a mi hija”.
Mientras llega el momento del reencuentro, el deber sigue llamando todos los días a su puerta. Este joven y decidido guerrero, quiere que la comunidad de Glen Cove y de todo Long Island, sepa que su negocio está a disposición de nuestra gente, así que si usted necesita ayuda con su computador o cualquier dispositivo, no dude en contactarlo:
Phorep
50 Glen St, Suite 109 Glen Cove, NY
516.531.9744
contact@phorep.com
https://www.phorep.com/
Fotos cortesía Angel Reyes