El pasado 8 de marzo, un incendio forestal irrumpió en la tranquilidad del fin de semana de los residentes de Long Island. El fuego que, con la ayuda del viento, se abrió paso sin piedad, en el bosque de pinos contiguo a la Ruta 27, le dio vida a una escena de película que la comunidad presenciaba en medio del asombro y la incertidumbre, desde sus vehículos, desde las calles o incluso desde sus propias casas. La inmensa nube negra se fue apoderando del cielo azul de la isla, presagiando para algunos, lo peor.
“Dios mío, parece una película. Ojalá que no vaya a pasar como en California”, se escuchaba en uno de los muchos videos que recibimos en la redacción de Tu Prensa Local.
Los bomberos de Westhampton Beach respondieron de inmediato y casi en simultánea se pidió la presencia de los demás departamentos locales, para que apoyaran en lo que se vislumbraba como una dura batalla. En total fueron 90 los equipos de respuesta que ayudaron en la misión de enfrentar, por más de 8 horas ininterrumpidas, el fuego enemigo.
Muchos de los nuestros, valientes latinos, que hacen parte de los departamentos de bomberos de la región, conformaron el ejercito que combatió sin descanso contra las llamas, hasta vencerlas.
Francisco Morales, un inmigrante de origen guatemalteco fue uno de ellos. Desde hace 4 años es miembro del cuerpo de bomberos de Westhampton y al igual que otros de sus compañeros, estaba alerta ante cualquier emergencia el fin ese semana. Recibió el llamado mientras disfrutaba de un partido de futbol en la televisión y minutos más tarde, casi sin darse cuenta, estaba literalmente, a las puertas del infierno.
“En el camino, mis compañeros y yo supimos que era algo grande porque se veía el humo que era inmenso. Desde ahí sabíamos que iba para largo”, recuerda el bombero Morales. “En algún momento el jefe de nosotros nos hizo saber que fuéramos a apoyar en Old Country Road. Dimos la vuelta y de repente vimos el incendio en frente de nosotros”.
El fuego creció con tal fuerza que amenazaba con alcanzar varios establecimientos cercanos. La cuadrilla de Morales tuvo que atender esa parte de la emergencia, el agua que llevaban no fue suficiente y por poco, según narra el bombero, él y su equipo, no viven para contar la historia.
“El dueño de un negocio estaba corriendo de un lado para otro, tratando de salvar algo de su negocio”, relata Morales. “Se nos dijo en la radio, tienen que regresar para cargar agua, tratamos de regresar pero ya había demasiado fuego y ya no se podía ver nada. Salimos de ahí pero luego regresé, porque estaba buscando el dueño del negocio, no se cómo llegué hasta allá. En mi mente solo pensaba que era muy grave lo que estaba pasando, era increíble estar ahí en medio del fuego”.
“Pensé que iba a morir, ahí fue cuando dije, si voy a morir voy a morir con pruebas de que estaba haciendo algo, y saqué mi celular y grabé un corto video de unos 20 segundos, luego vi otro compañero pasar y ahí se nos dijo que estaban tratando de conectar agua. Creo que el chofer de nosotros reportó que habíamos quedado atrapados en el fuego, porque al llegar a la estación varios compañeros me preguntaron que cómo habíamos salido de esa situación”.
(Haga click en la foto para ver el video captado por el bombero Francisco)
A esa misma hora, en otro ángulo de la emergencia, Elmer Macua, un bombero de origen salvadoreño adscrito al departamento de Bomberos de Riverhead, se adentraba en el bosque enardecido, a bordo de un camión especializado en abrir brecha.
“El fuego había avanzado bastante, empezamos a abrir camino y vimos un fuego bastante alto allá adentro”, dice Macua. “Nos metimos por la 27 y fuimos rodeando el fuego hasta la Old Country Road, allí reabastecimos agua y seguimos. Nosotros estuvimos desde la 1:30 hasta las 9:30.”
Elmer lleva 1 año en este departamento de bomberos y el fuego de Westhampton Pines fue su primer incendio forestal. Una experiencia que, según sus palabras, se quedará grabada para siempre, con una extraña mezcla de emociones.
“Fue una experiencia muy triste y a la vez bonita. Porque nosotros como bomberos somos responsables de apagar fuegos, para eso estamos entrenados”, dice el bombero Macua. “El camión se nos apagó y estaba agarrando fuego. El filtro de aire agarró fuego y se apagó y nos alcanzamos a preocupar, porque nosotros estábamos bien adentro del terreno y en medio del fuego que se apague el camión, es bastante preocupante”.
“El humo también es preocupante, porque usted no usa máscara, usa un casco, pero trabaja a puro pulmón”, dijo Macua. “En mi caso no siento miedo, nos encomendamos a Dios y vamos para adelante”.

Elmer Macua, Bombero de Riverhead, trabajando en las labores de Extinción del fuego del 8 de marzo de 2025. Foto: Cortesía
En otro punto de la conflagración, Mauricio Rivera, un bombero salvadoreño, miembro del departamento de bomberos de Medford, luchaba por evitar una tragedia mayor, en una bodega de productos químicos localizada en inmediaciones de Westhampton, a donde el fuego del 8 de marzo también había avanzado.
“Cuando íbamos llegando vimos un polígono de tiro que estaba en llamas y había peligro de que se quemaran los explosivos, entonces trabajamos ahí. Luego nos mandaron a una bodega que se estaba quemando, donde había clorin y productos de piscinas, entonces al llegar ahí eso estaba exageradamente incendiado”, dice Rivera. “Al grupo de nosotros le tocó a pagar ese fuego, estuvimos casi una hora luchando contra ese incendio porque era exageradamente grande”.
En los dos años que lleva en el departamento de Bomberos de Medford no había vivido una experiencia tan desafiante, dice el bombero Rivera.
“Había mucho viento, yo nunca había visto un fuego tan grande. Y debido al viento se saltaba de un lado para otro”, dice el bombero Rivera. “Cuando uno está ahí, uno está con la adrenalina hasta arriba. Uno solo está concentrado en pagar los incendios. Recuerde que la misión de nosotros es salvar vidas y salvar propiedades”.

Mauricio Rivera, Bombero de Medford, combatiendo el fuego de Westhampton Pines, el 8 de marzo de 2025. Foto: cortesía
Estos tres bomberos no solo tienen en común la experiencia del 8 de marzo. A los tres valientes los unen además de sus raíces latinas, el deseo de ayudar.
Rivera fue Policía en El Salvador y desde entonces sabe que su misión es proteger a los demás. Macua se describe a si mismo como un buen samaritano que antes de ser bombero ya ayudaba a cualquiera que estuviera en apuros en las calles y Morales soñaba con vestir el uniforme para devolverle a este país, un poco de lo mucho que le ha dado hasta ahora.
“Es una alegría ayudar a la comunidad. En un incendio no ve de qué país es nadie, ni de qué raza es”, dice Rivera. “Me emociona poder ayudar. Me siento feliz de poder brindarle una mano a otras personas”
“A mi me enorgullece porque la razón por la que yo me metí a ser bombero, es porque quiero enorgullecer primeramente a mi familia y sobre todo hacer una diferencia en la comunidad y resaltar obviamente que no todos los latinos son malos”, añade Morales. “Muchos hacemos cosas buenas y me gusta tratar de hacerles ver a los americanos que nosotros trabajamos muy duro y hacemos muchas cosas para marcar una diferencia”.
“Yo he ayudado siempre. Antes de ser bombero yo ya ayudaba a la comunidad. Si veía alguien en la calle con una rueda pinchada, o alguien afrontando una alguna dificultad, ahí estaba yo para ayudar. Siempre me ha gustado hacerlo”, dijo el bombero Macua.
Pero para llegar a ser parte de un equipo de bomberos y tener la posibilidad de trabajar sofocando llamas y salvando vidas, estos tres hombres han tenido que entregar horas, días y meses de preparación. Superar pruebas y exámenes, hasta demostrar que están preparados física y mentalmente para enfrentarse a emergencias como las de Westhampton Pines. Aprendieron a controlar el fuego, a responder a situaciones de evacuación, a trabajar en equipo, a darle trámite a un operativo de respuesta, aprendieron a dejar el miedo a un lado y por sobre todas las cosas, aprendieron a poner la vida de los demás incluso por encima de su propia vida.
“Yo fui al Fire School y le eché tantas ganas que saqué todo el curso en 11 meses.”, dice el bombero Morales. “En la estación me dijeron que eso tomaba de 13 meses incluso hasta año y medio. Pero yo le puse mucho tiempo a eso. Y gracias a Dios ese mismo año en el 2023 en la cena de instalación, me reconocieron como uno de los mejores de probatoria, por mi trabajo y mi esfuerzo”.

El bombero Francisco Morales, del Departamento de Bomberos de Westhampton Beach, recibe reconocimiento como uno de los mejores, en la ceremonia de iniciación de bombero en 2023. Foto: cortesía
Ellos no solamente representan a una institución, sino que llevan también sobre sus hombros la representación de la comunidad latina.
“Somos orgullosamente latinos, representamos a nuestra comunidad y venimos a demostrar que somos muchos más los que hacemos cosas buenas”, dice el bombero Rivera.
Aunque el del 8 de marzo es sin duda el incendio más grande que a estos tres bomberos les ha tocado enfrentar, no ha sido la única experiencia que los ha marcado en el ejercicio de su labor.
“Hubo un incendio en Mattituck donde un muchacho latino murió y me impactó bastante porque aunque uno quiere salvar a la persona, no se pudo, uno se siente incapaz, es muy duro”, dice el bombero Macua. “Y el otro fue el accidente múltiple en la 105 el año pasado. Un muchacho falleció y a nosotros nos tocó sacarlo. El estaba inconsciente y mientras lo tratábamos de sacar falleció. Eso impacta mucho e incluso se siente un poco de culpa, pero se hace hasta lo imposible”.
En 1995 un incendio forestal cerca de la sede del Suffolk Community College, en Riverhead, se convirtió en un infierno. Tomó por sorpresa a los departamentos de bomberos locales que nunca habían enfrentado una situación como esa y consumió 7 mil acres de bosques. El fuego del 8 de marzo trajo a la memoria de los equipos de respuesta ese episodio, incluso algunos de los que participaron en los operativos de Westhampton Pines estuvieron también en los fuegos de 1995 y por algunos instantes temieron que la historia volviera a repetirse. Sin embargo, en esta oportunidad, la rápida y efectiva acción de esos bomberos, lo evitó y logró ponerle freno al fuego despiadado. Fueron ellos los que combatieron de manera incansable, para darle tranquilidad a nuestros residentes y salvar gran parte de nuestros bosques. Por eso, no dudan en afirmar que el mejor momento de la jornada fue cuando escucharon que el incendio estaba por fin controlado.
“Se siente una satisfacción muy grande, de haber podido estar allí en el momento necesario”, dijo Macua. “Fue una emoción muy grande, estaba feliz y emocionado porque se pudo lograr el objetivo por el que se estaba luchando”.
“Felices. Agradecidos con Dios, porque esta es la misión de nosotros, atacar los incendios, luchar contra eso y que las personas estén bien”, dijo Rivera.
“Muy orgullos, muy feliz de haber ido y de haber estado ahí en el momento indicado. Se me dio la oportunidad de hacer algo, aportar un poco de esfuerzo mío por el bien de nuestra comunidad”, dijo Morales.
Los tres coinciden en que quieren seguir haciendo carrera en los bomberos, enfrentando emergencias y respondiendo a situaciones de riesgo, una labor que hacen de manera voluntaria, sin esperar una remuneración a cambio. Al final, la mejor paga, dicen ellos, es la satisfacción del deber cumplido y el saber que con su trabajo contribuyen todos los días a que nuestra área sea un mejor lugar para vivir.

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