César Macua, el inmigrante salvadoreño abordado por agentes de inmigración el domingo, en las afueras de una lavandería de Greenport, y quien recibió una orden para presentarse en una corte federal el martes, no fue arrestado durante la cita, pero deberá llevar de ahora en adelante un grillete electrónico que le permitirá a las autoridades migratorias, monitorear sus movimientos y saber en todo momento dónde se encuentra.
El martes, en punto de las 10 de la mañana, acudió a la corte localizada en el número 100 de Federal Plaza, para cumplir con la orden impartida por una oficial de inmigración el domingo pasado, durante un operativo en las afueras de Greenport Laundromat, en el que dos personas fueron arrestadas. El señor Macua se presentó ante las autoridades de inmigración, acompañado de una abogada y de la Asesora Legal de OLA, Erika Padilla, con la intención de exponer su caso, con documentos y pruebas en mano, para evitar ser deportado a su país.
“Estoy muy nervioso y no se qué hacer, porque con esta situación se pone uno que se enloquece”, dijo el señor Macua, en entrevista con Tu Prensa Local. “Todo iba bien hasta me que preguntaron si había entrado ilegal y yo no podía decir mentiras. Cuando entré en el 2006 a los salvadoreños les daban un permiso para estar aquí”.
El señor Macua le explicó a la oficial de inmigración que cuando llegó a los Estados Unidos fue arrestado por agentes fronterizos y liberado posteriormente. Sus archivos legales muestran que desde ese mismo año, tiene una orden de deportación de la cuál nunca se enteró, por varias limitantes.
“Yo no puedo ni leer en español y en inglés peor”, dijo. “En ese momento no había casi hispanos que me pudieran ayudar. Ellos dieron una dirección de Houston, no de Nueva York, así que yo nunca recibí nada”.
El señor Macua asegura que cuando explicó toda su situación, los agentes iban a proceder a arrestarlo, pero la intervención de su abogada impidió que eso pasará.
“Cuando pusieron mis huellas me iban a arrestar, pero la abogada le dijo: en qué quedamos, me dijiste que no lo iban a arrestar”, relató.
La abogada del señor Macua había tenido la oportunidad de exponer ante la oficial de inmigración el caso de su cliente. Le contó a las autoridades migratorias que tiene un hijo de 10 años al que le quitaron un riñón debido a que padece cáncer, y aunque en este momento está en remisión de la enfermedad, requiere tratamiento y monitoreo constante, porque vive con un solo riñón y porque se teme que la enfermedad regrese.
“Mis dos hijos están enfermos. Uno con cáncer y el otro recibe educación especial por problemas de habla”, dijo. “Si yo me tengo que ir, nos iríamos los cuatro y la tristeza es que los tratamientos allá nos van a costar mucho y no va a ser lo mismo”.
De acuerdo con el relato del señor Macua, ante la gravedad de su caso, las autoridades migratorias decidieron no arrestarlo en está oportunidad. En cambio ordenaron que se le pusiera un dispositivo electrónico en el tobillo, para monitorear todos sus movimientos.
“Es muy triste porque yo no representó ningún peligro y que me estén chequeando como si yo fuera un fugitivo. Después de tantos años de vivir aquí, yo jamás he hecho nada malo. Nunca me han arrestado”.
César no solo deberá llevar un dispositivo en su tobillo, sino que tendrá presentarse, por ahora, cada dos semanas, en una oficina de Syosset, para reportarse. Aunque está “libre”, lo invade la incertidumbre y el temor de lo que pueda pasar en las próximas citas.
“Me preocupa que vaya y ahora si me arresten”, dijo.
La angustia de este trabajador de 42 años, quien lleva 19 de ellos viviendo en los Estados Unidos, es la misma que sienten sus pequeños.
“Ellos están bien preocupados y se ponen a llorar”, dice.
César tendrá que librar de ahora en adelante una dura batalla, para lograr permanecer en los Estados Unidos. Su caso apenas comienza y deberá demostrar ante las autoridades migratorias que su presencia en el país es un caso de vida o muerte. El señor Macua es el sustento de su hogar, el soporte de sus hijos, ciudadanos Americanos, en especial del pequeño que sigue luchando contra el cáncer y aferrándose a la vida.
“A mi no me interesa que me den papeles, me interesa que no me deporten”, dijo. “Los niños andan conmigo todo el tiempo y si no me ven se van a enfermar. Además me pongo a pensar y ellos no se van a hallar en El Salvador si es que nos tenemos que ir todos”.
César está apelando a la gente de buen corazón para que le ayude con donativos. Por pequeños que sean, servirán para reunir el dinero que necesita para cubrir sus gastos legales, los cuales podrían superar los 10 mil dólares. Si usted quiere contribuir con está causa, puede hacerle un envío directo, vía Zelle, al 631 276 3556.
“Necesito quedarme con mis hijos. Si hay personas que me puedan ayudar se lo agradezco infinitamente”, dijo. “Si la voluntad de Dios es tan grande, primeramente Dios pueda quedarme”.
Hace apenas 6 semanas el señor Macua se independizó, después de trabajar muchos años para una compañía de jardinería. Estaba con la ilusión de sacar adelante su propia empresa recién constituida, cuando llegó de manera abrupta está situación que ha cambiado radicalmente sus planes. Ahora es consciente de que tendrá que pelear “un día a la vez” por el sueño de que su familia permanezca unida y que sus hijos puedan seguir contando con su respaldo en territorio americano.
Recuerde, si quiere vincularse a está causa, un donativo por Zelle, al 631 276 3556, será sumamente apreciado.