Pequeños negocios, despensas de alimentos, centros comunitarios y oficinas locales de envío de dinero —que son un pilar esencial para muchas familias latinas— reportan caídas drásticas en ingresos y afluencia de personas debido al clima de tensión e incertidumbre que vive la comunidad inmigrante de la localidad en estos momentos, que evita cada vez más salir a la calle. Durante los días de mayores rumores sobre operativos migratorios, algunos comercios han visto desaparecer por completo a sus clientes. Recorrimos nuestra área para hablar con los protagonistas sobre los impactos del clima de zozobra e incertidumbre que han desatado las acciones de ICE en la región.
En Riverhead, los efectos económicos son evidentes, y los hábitos de consumo de muchos residentes en de esta localidad han cambiado, según por lo menos 12 negocios del centro, entrevistados por Tu Prensa Local, cuyos dueños dicen que las ventas han caído entre un 30% y un 50% en las últimas semanas, mientras otros se preparan para lo que pueda venir.
“La gente está asustada,” dijo M., dueña de un salón de belleza en East Main St. desde hace 16 años, quien habló bajo condición de anonimato. “Ni siquiera durante la pandemia o el primer mandato de Trump la gente tenía tanto miedo.”
La ansiedad ha aumentado tras múltiples reportes de operativos de inmigración en Long Island este mes, en comunidades como Mastic, Bellport, Huntington, Brentwood, Flanders, East Hampton y Hampton bays. Incluso incidentes que luego se confirmaron como no relacionados con inmigración han intensificado los temores, como el operativo policial de ayer en un albergue para hombres en Riverhead, que inicialmente generó rumores de presencia de ICE antes de que la policía confirmara que los agentes no eran de inmigración.
Durante el mes de mayo, las ventas suelen estar en su punto más alto en el salón de M., especialmente alrededor del Día de las Madres, una tendencia que ella dijo ha sido constante por más de una década, pero este año, por primera vez, prácticamente no hay clientes que entren sin cita.
“Es como si fuera enero todo el tiempo ahora”, explicó M. “Antes, al día tenía como 30 clientes, ahora, si tenemos suerte, llegamos a 13 o 14, y eso porque confían en mí desde hace años, pero estamos muy apretados económicamente, estamos aguantando y tratando de ser fuertes.”
M. explicó que usualmente contrata a dos estilistas adicionales para el verano. Tal como están las cosas ahora, no podrá hacerlo, dijo.
“Estamos muy preocupados, como dueños de negocios, como miembros de la comunidad,” dijo. “¿Qué va a pasar con el centro de Riverhead?”
Jhojan Grajales, dueño desde hace siete meses de Flow Latino Barbershop en E. Main St., también notó una fuerte caída en ventas y tráfico, especialmente en las últimas tres semanas. Pasó de tener unos ocho clientes diarios a solo dos, dijo.
Este cambio representa un giro drástico para los negocios que durante mucho tiempo han sido pilares comunitarios en Riverhead. Dos negocios de multiservicios, Riverhead Multiservice en West Main Street y Damaris Multiservice en East Main St., dijeron que el flujo de clientes ha bajado significativamente.
Damaris Martínez, dueña desde hace 14 años de Damaris Multiservice, dijo que los clientes le han repetido que tienen miedo, y solo están saliendo para lo esencial, cómo hacer compras de comida, o ir al trabajo.
“Por el tipo de negocio que tenemos, no somos una prioridad en este momento, y lo entiendo,” explicó Martínez, cuyas entradas han caído al menos un 50% desde enero. “Solo espero que las cosas se calmen, nunca ha sido así, y lo único que puedo hacer es orar y confiar en que Dios va a proteger a esta comunidad.”
En Riverhead Multiservice, o “La Roxana” como se le conoce coloquialmente, Erika Mera —cuya familia ha tenido el negocio por más de 25 años— dijo que los rumores sobre ICE están por todas partes, y sean ciertos o no, están afectando el negocio. Usualmente estaban “muy ocupados” todo el tiempo, ya que ofrecen una variedad de servicios —notarías, envíos de dinero, boletos de avión, regalos, entre otros—, pero ahora todo está más lento, dijo Mera.
“Ayer tuvimos el rumor de que había ICE aquí en la tienda, nos llamaron clientes, ‘¿Oye, escuché que ICE está ahí? ¿Es seguro ir?’, contó Mera. “Tuvimos como dos horas donde no entró nadie, ni un alma.”
El miedo y la creciente ansiedad también han empujado a algunos residentes locales, que llevan décadas en Riverhead —incluidas familias de estatus mixto donde los padres no tienen documentos, pero los hijos son ciudadanos estadounidenses— a prepararse en caso de ser detenidos, o incluso a tomar la difícil decisión de dejar voluntariamente Estados Unidos, dijo Mera, quien es notaria pública y ha procesado numerosos poderes legales por esa razón.
“Solo ayer, tuve dos clientes así, uno tenía un hijo pequeño y tienen una audiencia en la corte pronto, y están preocupados por lo que va a pasar cuando se presenten,” dijo.
Muchos padres también están tomando medidas extraordinarias, como asegurar la doble ciudadanía para sus hijos nacidos en EE. UU. y preparar cartas de tutela para familiares residentes permanentes o ciudadanos, agregó Mera.
“Y que quede claro, estas son familias buenas y trabajadoras que van a ser separadas por miedo,” dijo. “No son criminales ni nada de eso, son nuestros vecinos, que a menudo trabajan muchas horas en restaurantes, en el campo, donde sea, para criar a sus hijos.”
Las despensas de alimentos y centros comunitarios también reportan que menos familias están buscando ayuda, a pesar de la necesidad continua, algo que sus líderes atribuyen también al miedo.
La despensa de alimentos de St. John’s, que ofrece diferentes servicios a la comunidad —incluyendo asistencia legal, acceso a agencias como Sun River Health, y alimentos— ha sufrido una disminución fuerte, dijo la directora Jessica Ruiz. De atender a un promedio de 1,600 personas al mes entre enero y abril, en mayo bajaron a 600, según Ruiz. Los padres inmigrantes también están solicitando cartas de tutela y otros documentos por temor a ser deportados, dijo.
“En las últimas dos semanas es cuando más lo hemos notado,” dijo Ruiz. “Nuestros estantes están llenos, nuestra sala de espera vacía, ayer vinieron solo dos personas, cuando normalmente atendemos a unas 25.”
El miedo, dijo Ruiz, es la principal razón.
“Me parte el corazón,” dijo. “Sabemos que necesitan la comida, especialmente ahora que la escuela casi termina y los niños van a estar en casa y no recibirán desayuno ni almuerzo allá, pero los padres tienen demasiado miedo de venir, y queremos que sepan que son bienvenidos aquí.”
Carlos Ortiz, subdirector de operaciones de Sun River Health, dijo que aunque no han visto todavía una disminución en pacientes —según los datos más recientes hasta el 30 de abril, alrededor del 58% de los pacientes son latinos—, y ya han planeado aumentar sus servicios de telemedicina y movilizar su unidad médica móvil en caso de que disminuyan las visitas presenciales.
“Nuestra prioridad es seguir brindando atención médica de alta calidad a nuestros pacientes,” dijo. “Hemos creado un gran sistema de comunicación con ellos y sabemos que si no pueden venir a nosotros, encontraremos la manera de llegar a ellos y atenderlos donde estén.”
Justo al otro lado de la calle, en el centro comunitario de Rural and Migrant Ministry, también ha disminuido la asistencia a talleres y eventos educativos. Solo esta semana, dos sesiones de capacitación se cancelaron porque la gente no se inscribió o se retiró, dijo la coordinadora regional Noemí Sánchez.
A diferencia de otros negocios, dueños de restaurantes y delis en el centro dijeron que el flujo de personas solo ha disminuido ligeramente o se ha mantenido estable, pero la palpable incertidumbre los obliga a pensar en nuevas estrategias para llegar a sus clientes de manera segura si comienzan a perderlos.
En Casa Dorado Deli Taquería, el dueño Raúl De Jesús dijo que han notado que los pedidos a domicilio se han duplicado en las últimas semanas. De un promedio de cuatro entregas diarias, ahora están haciendo alrededor de ocho.
Además de atender pedidos a través de aplicaciones de entrega a domicilio, también hacen entregas a domicilio por su propia cuenta si la gente llama, dijo De Jesús. Contó que se reunió con Christopher Aguilar, dueño del negocio vecino Mexicandy, para hablar de una estrategia en caso de que las ventas sigan bajando, y acordaron que los domicilios son el camino a seguir.
“Volvería a lo que hacía antes, porque así empecé,” dijo Aguilar, quien agregó que han notado una disminución en ventas desde enero.
Sin embargo, dijo que el clima actual de miedo entre los latinos de Riverhead no es el único factor que está afectando su negocio. Está “luchando” con el aumento del precio de los productos, especialmente de frutas, que muchas veces vienen de otros países y ahora son más caras por los aranceles. Como heladería y tienda de antojitos mexicanos, dijo que “no puede simplemente ir a Restaurant Depot” a conseguir lo que necesita. A menudo tiene que viajar a otros estados, lo que también significa más costos.
“Ahora mismo está difícil, se siente cómo antes la gente venía con menos tensión, ahora tienen miedo incluso de salir, y no puedo subir los precios además de eso,” dijo.
“Mira la calle principal de Riverhead, a la derecha o a la izquierda vas a encontrar negocios latinos por todos lados,” dijo De Jesús. “No deberíamos vivir con miedo, nadie debería vivir con miedo. Estamos trabajando para mantener a nuestras familias, pero también estamos contribuyendo al pueblo, al estado y a toda la economía.”