Comunidad latina despide a la amada Hermana Margarita Smyth con emotivo velorio en la iglesia católica de Riverhead el miércoles en la noche

In Comunidad, Noticias, Portada by Maria del Mar PiedrabuenaLeave a Comment

Los dolientes llenaron el santuario en la Iglesia St. John the Evangelist en Riverhead el miércoles por la noche para despedirse de la Hna. Margaret Smyth. Foto: María del Mar Piedrabuena

La hermana Margaret Smyth, o Madre Margarita, como la comunidad Latina la llamaba cariñosamente , vivió su vida al servicio de la comunidad. El miércoles por la noche, esa comunidad se volcó en masa para despedirla. Cientos asistieron a un servicio de velatorio y oración en español en la iglesia católica St. John the Evangelist en Riverhead para honrar y recordar a la mujer cuyo espíritu indomable, tenacidad y devoción tocaron la vida de muchos en toda la región, encendiendo una llama que seguirá ardiendo en generaciones venideras.

Unas 800 personas, la gran mayoría familias latinas, llenaron las bancas y los pasillos de la iglesia, para llorar y despedir por última vez a la monja que transformó a tantas vidas y que murió este fin de semana mientras dormía en su casa de Riverhead a los 83 años (lea el obituario haciendo click aquí.)  Una mesa con varias imágenes, carteles y álbumes de fotos que mostraban a la Hmna. Margarita sonriente y alegre, daba la bienvenida a los asistentes.

Oscar Lopez, coordinador del grupo de Renovación Carismática de la Iglesia católica St. John the Evangelist se despide de la Hmna. Margarita Smyth durante el velorio de cuerpo presente el miércoles 21 de diciembre de 2022. Foto: Maria Del Mar Piedrabuena 

“Estoy tan feliz de que haya venido tanta gente hoy,” dijo Consuelo Ludlam, voluntaria del Apostolado Hispano de North Fork durante 17 años. “Están reconociendo todo lo que ella les dio. Ella no les dio dinero, les dio amor, fe y religión. Incluso cuando los regañaba, luego lo pensaba y después oraba por ellos y estaba allí para ellos.”

“Era un ángel y siempre lo será,” dijo Ludlam. “Me da consuelo saber que ella murió tan pacíficamente. Tenía muchos problemas de corazón y no había estado bien durante algún tiempo. Había hecho su trabajo y Dios la llamó a casa.”

A lo largo del servicio, varios feligreses latinos y líderes en St. John’s y St. Agnes en Greenport— dos de las tres iglesias católicas en North Fork donde la Hna. Margaret ayudó a crear una misa en español— hablaron de forma conmovedora de sus experiencias con ella, a veces rompiendo en llanto, pintando una imagen de una feroz defensora que luchó incansablemente por la justicia, la comunidad y la inclusión, siempre con una broma en los labios y una sonrisa, rodeándose a sí misma y a los demás con un amor infinito.

“Era como una madre para muchos inmigrantes, especialmente para los recién llegados,” dijo el feligrés Geremias Boch. “Ella nos recibió y nos trató como a su propia familia. Nos dio tanto amor. Ahora que se fue, nuestros corazones están rotos, pero ha dejado muchas cosas hermosas en nuestras vidas. Enseñanzas, como cómo vivir en este país, cómo adaptarnos.  Ella nos ha enseñado mucho “.

“Ella plantó una semilla en el corazón de muchos latinos y personas de todo el mundo, y gracias a ella ahora somos una gran comunidad, porque antes no era así. Ella dio todo lo que tenía para dar, como persona y como monja y como madre de toda una comunidad,” dijo Boch. “Estoy muy triste, tengo el corazón partido, pero también feliz porque sé que tenemos una defensora en el Cielo, ella siempre intercederá por nosotros desde allí.”

“Era como una madre para muchos inmigrantes, especialmente para los recién llegados”, dijo Geremias Boch. Foto: María del Mar Piedrabuena

Edwin Moran, residente de Greenport, conoció a la Hna. Margaret en 1998. Recuerda cuando supo de ella por primera vez. Todavía estaba en su adolescencia y estaba impresionado con esta nueva monja, que había estado tocando puertas y yendo a lavanderías, granjas y delis en el North Fork, buscando a los inmigrantes que sabía que vivían allí y que hasta ese momento, se encontraban en las sombras. Recordó cómo, una vez que la Hmna. empezó a reunir gente, los ayudó a establecer una misa en español, que con el tiempo se convirtió en tres servicios, en las iglesias católicas de Greenport, Cutchogue y Riverhead.

“Solo éramos unos pocos, pero incluso con esos pocos, se estableció una misa en español y pudimos formar un coro,” recordó Moran, quien agregó en tono de broma: “La hermana Margaret nos dijo: ‘¡Oh, Dios mío! no cantan tan mal, pero son más bien feos, mejor buscamos algunos guapos para que venga más gente a la iglesia’.”

Moran explicó cómo, poco a poco, las iglesias se fueron llenando, formándose varios grupos—de oración, de jóvenes, de eucaristía, de formación religiosa y más— y lo que comenzó como algo pequeño, se convirtió en un ministerio grande y completamente desarrollado.

“A lo largo de todo ese proceso, el brillo en los ojos de la Hmna. Margarita nunca se apagó y su corazón estaba lleno de alegría,” dijo Moran. “Si nos viera hoy, estaría muy feliz,” lloraba Moran, mientras se dirigía a los asistentes.

Al igual que los otros oradores que hablaron antes que Mora, el explicó cómo la Hna. Margarita lo ayudó de forma personal. Moran dijo que ella estuvo allí para él en todo, ayudándolo a manejar seguros de carros, facturas del hospital y una discapacidad después de un accidente que sufrió en 1999.

Ella acompañó a cientos a la corte de inmigración o a citas legales. Luchó por un sinnúmero de causas para promover los derechos de las personas, desde salarios justos para los trabajadores hasta acceso al idioma, vivienda justa y propuestas de ley contra la discriminación. Brindó servicios vitales, como alimentos y ropa, tarjetas de identificación y más, durante más de 20 años. Fue el enlace entre la comunidad y los municipios, consulados, funerarias, tribunales, hospitales y muchas otras personas y organizaciones. Ayudó a establecer talleres de educación, desde inglés como segunda lengua, hasta oratoria, organización comunitaria e incluso cocina. Ella ayudó en la organización de cientos de eventos multiculturales, desde cenas de Acción de Gracias y Navidad hasta Viacrucis en vivo en español y festivales a través del North Fork. Estuvo presente en cientos de bodas, nacimientos, primeras comuniones y confirmaciones. Estuvo al frente de diversas campañas durante décadas, abogando siempre por la comunidad latina de una manera u otra. Desde ayudar a que se aprobara la ley de acceso a las licencias de conducir para todos o el fondo de trabajadores excluidos durante la pandemia, hasta dar su testimonio por la gente que trabaja de forma incansable, pero que aún no puede llegar a fin de mes, algo que hizo tan recientemente como junio, cuando habló ante la legislatura del condado de Suffolk.

“Ciertamente, las cosas no siempre fueron fáciles, nuestra comunidad enfrenta problemas difíciles, pero la Hna. Margarita siempre trató de encontrar una solución, para ayudar de alguna manera,” dijo Moran.

“Creo que nos amaba tanto porque se veía en nosotros”, dijo Edwin Moran. Foto: María del Mar Piedrabuena

“Creo que nos amaba tanto porque se veía a sí misma en nosotros,” dijo. “Nos contó muchas veces que vivía en un departamento de una habitación mientras crecía, e incluso a veces tenía que compartir su cama con su hermana. Eso me hizo pensar y me di cuenta de que por eso luchó tanto por nosotros y nuestros derechos porque , a pesar de nuestras diferentes culturas o de dónde venimos, nuestras familias son las mismas, todos somos humanos.”

Una vez que terminaron los oradores, toda la iglesia comenzó a cantar espontáneamente, con lágrimas en los ojos, una canción del cantautor brasileño Roberto Carlos llamada “Un Millón de Amigos,” cuya letra encapsula perfectamente a la Hna. Margarita. 

El obispo auxiliar de la Diócesis de Rockville Center, el Rev. Miguel Romero, ofreció la oración final.

“No ha muerto, está descansando. El Señor la ha llamado a la vida eterna,” ministró el obispo en español.

Al final del servicio, los dolientes desfilaron uno por uno frente al ataúd color café,  rodeado de flores y coronas donde yacía el cuerpo de la Hna. Margarita, además de una cruz y un diploma de 1959 de su ordenación sacerdotal como monja de Santo Domingo, el cual será enterrado con ella. Muchas de las personas se detuvieron para decir un último adiós, llorar su partida y presentar sus respetos por última vez.

“Gracias Madre Margarita, gracias. Dejaste un vacío en todos nosotros que será imposible de llenar. Descansa en los brazos del Señor, Hermana Margarita, siempre, siempre te recordaremos,” sollozó Mora, haciendo eco del sentimiento que cientos, si no miles, de personas a lo largo y ancho de nuestra región reflejan hoy. 

Los servicios fúnebres continúan hoy en la iglesia católica St. John the Evangelist, ubicada en el 546 St. John’s Place en Riverhead.

El velorio en inglés se llevará a cabo a las 9:45 de la mañana hasta las 11, cuando se realizará la misa fúnebre que comenzará inmediatamente después. El cuerpo de la Hmna. Margarita será transportado después al cementerio Queen of the Rosary Motherhouse en Amityville, para su entierro y descanso eterno. 

Un collage de fotos retrató la vida de la Hna. Margaret en la comunidad latina. Foto: María del Mar Piedrabuena

 

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Maria del Mar Piedrabuena

María del Mar es editora y periodista multimedia de Tu Prensa Local. Ha trabajado en reconocidos medios locales y nacionales y es ganadora de varios premios por su trabajo periodístico, incluido un primer premio por mejor columna otorgado por la Asociación de Prensa de Nueva York. Envíale un correo a maria@tuprensalocal.com

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