Un llamado a la reflexión: Latino, no seas un depredador de latinos!

In Opinión, Portada by Juliana HolguinLeave a Comment

Es la mañana de un día cualquiera, necesito que mi doctora de cabecera me prescriba una nueva orden de las medicinas esenciales que debo tomar todos los días y que están a punto de terminarse. No puedo ir a la oficina porque mi esposo acaba de ser intervenido quirúrgicamente y no debo dejarlo solo. Así que llamo a la oficina médica y al otro lado del teléfono me contesta en inglés una mujer con un tono muy amable y una melodiosa voz. Como conozco a todo el personal de la oficina y sé que las recepcionistas hablan español, decido iniciar la conversación en español.

Buenos días señorita, como está?, pregunté. Pero… Oh sorpresa: La mujer contesta a mis preguntas con displicencia, rápidamente desaparece el tono amable que había usado en inglés y decide hablarme de manera cortante. Yo me percato de la situación, me armo de paciencia y continúo amablemente formulando mis preguntas. La mujer me interrumpe sin dejar que culmine mi idea y de inmediato pone una barrera para mis peticiones. Yo trato de explicar nuevamente la razón de mi llamada, pero la mujer me interrumpe una vez más, dice dos frases indicándome que debía hacer una cita y cuando intento continuar con mi explicación, ella simplemente cuelga el teléfono.

En condiciones normales, ésta podría ser una escena cotidiana de una recepcionista que ha tenido un mal día y se ha desahogado con un paciente cualquiera. Pero no, resulta que no es la excepción a una regla. Hoy en día, parece ser la regla.

He estado en la sala de espera de varios consultorios, oficinas, farmacias y otras dependencias atendidas por personal latino y en muchos casos, no en todos, el trato hacia nuestra propia comunidad es diferente, MUY DIFERENTE. Como si nuestra propia gente hiciera una división entre americanos e inmigrantes, entre anglosajones y latinos, entre “propios y extraños”. Como si nuestra propia gente clasificara a su clientela dependiendo de su origen.

Llevo más de dos décadas viviendo en los Estados Unidos, país al que llegué, como muchos de ustedes en busca de un porvenir más seguro del que me ofrecía mi tierra natal. Al igual que tu, he vivido las altas y las bajas de ser inmigrante, las altas y las bajas de construir una nueva vida en un lugar extraño. Aprendí sobre la marcha y en la dureza del terreno, el amplio significado de la palabra “barrera”. Barrera porque no naciste aquí, barrera porque no tienes documentos legales, barrera porque no dominas el mismo idioma, barrera porque no puedes acceder tan fácilmente a los trabajos para los que fuiste educado en tu país, barrera porque es difícil y costoso contar con un seguro médico, y así sucesivamente, podría enumerarles docenas de obstáculos a los que el inmigrante se enfrenta a diario, obstáculos que seguramente tu conoces mejor que yo, y con los que quizás la comunidad migrante simplemente aprende a vivir. Pero hay una barrera cada vez más recurrente, que yo personalmente encuentro despreciable, y es aquella que proviene de los nuestros.

Si, de aquellos que por suerte, educación, por azares del destino, o qué se yo, han logrado un puesto en el área de servicio al cliente, en dependencias, organizaciones, instituciones, negocios o gobiernos locales, y que por razones que desconozco, se creen una especie de raza superior. Repito, no son todos (por fortuna), pero sí son muchos. Los he analizado en sus escritorios, en sus mostradores, en sus registradoras, o en cualquiera que sea su espacio de trabajo y me sorprende ver como le hablan con altanería a nuestra propia comunidad. Siempre poniendo una barrera, siempre anteponiendo un “NO”, aveces con un regaño injustificado, un mal tono o una frase cortante. Y me pregunto… Por qué?

No sería más sencillo que la comunidad latina actuara en bloque para beneficio de todos?

No debería ser una ventaja que en esos puestos de servicio al cliente haya un latino dispuesto a ayudar a otro latino? Un latino dispuesto a hacerle el camino más fácil a otro hermano latino?

Hace pocos días, conocí de un nuevo caso. Si, uno más:

Una amiga muy querida estaba en cama con un fuerte dolor de cabeza y le pidió a su esposo que llamara a su doctora de cabecera para solicitarle una medicina diferente para la migraña, porque consideraba que la que estaba tomando no le estaba ayudando lo suficiente. Cabe aclarar que mi amiga había estado esa misma semana en el consultorio de su doctora, le habían hecho exámenes de sangre y había discutido con la especialista, la necesidad de una medicina nueva para tratar los dolores de cabeza. La persona que atendió la llamada del esposo de mi amiga, un latino, terminó diciendo con aquel tono displicente. cada vez más familiar, que era imposible comunicarlo con la doctora y que la paciente tenía que pedir una cita para que ella la viera. El esposo de mi amiga trató de explicarle que ella estaba en una crisis de migraña y que le era difícil salir de casa en ese momento, que lo único que le pedía era que le comunicara con la doctora para contarle lo que estaba pasando. El trabajador se tornó cada vez más agresivo, subió el tono de su voz, el esposo de mi amiga obviamente también subió el tono y el trabajador colgó el teléfono. Dónde quedó la empatía por la situación? Dónde quedó aquella frase de que el cliente siempre tiene la razón? Dónde quedó la consigna de que el personal latino de las organizaciones está para ayudar y orientar a la comunidad latina?

Estoy segura de que mientras tu estás leyendo este editorial, están llegando a tu cabeza decenas de situaciones similares, con protagonistas distintos, pero en esencia, episodios que evidencian el mismo problema, y es que los latinos se han vuelto depredadores de los propios latinos.

Ustedes se imaginan lo que podríamos ser como comunidad, si en lugar de atacarnos, ponernos barreras, zancadillas, obstáculos y problemas entre nosotros mismos, nos tendiéramos la mano? Se imaginan lo que todos juntos, caminando hacia el mismo lado, podríamos lograr? Se imaginan lo poderosos que seríamos si en vez de un “NO” pusiéramos un “SI” por delante, un “déjeme averiguar si puedo ayudarle”, un “vamos a buscar la manera de solucionar su problema”, o un “no se preocupe, que usted no está solo”?

Sin duda todo sería mejor, nuestra comunidad sería más fuerte, más unida, más rica, más “echada para adelante”, más próspera. Nuestra gente sabría cómo abordar las instituciones, cómo navegar en los diversos procesos que ofrece este país, crecería más, avanzaría más, llegaría más rápido a sus metas.

Este es un llamado a la reflexión: Para que tu latino que tienes la oportunidad de servir, de ayudar, de colaborar, no seas un depredador de otros latinos. Conviértete en un soporte y no en un obstáculo.

Latino apoya latino!
Latino impulsa latino!
Latino aplaude latino!
Latino se alegra por los triunfos y logros de otros latinos!

LATINO AMA LATINO!!!

About the Author
Juliana Holguin

Juliana Holguin

Juliana es editora, periodista y comunicadora social de Tu Prensa Local. Tiene una larga trayectoria trabajando en diversos medios de comunicación, especialmente televisión, periódicos y revistas. Su labor periodística ha sido reconocida con 6 premios de periodismo, entre ellos el Premio Nacional Simón Bolívar de Colombia. Escríbele un correo a juliana@tuprensalocal.com

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