Petra es uno de esos lugares que después de haber ido, uno no olvida nunca en la vida. La garganta o cañón por el que se entra al valle de Aravá -que es la que aparece en una de las películas de la zaga de Indiana Jones-, es un pasadizo estrecho con unas paredes muy altas moldeadas por el agua, el viento y el tiempo, en el que se cuela la luz desde lo alto dando al lugar una fascinación única e inolvidable. Al final de la garganta se abre la ciudad con sus construcciones espectaculares y muy bien conservadas. Nos pellizcábamos porque no nos podíamos creer que estábamos allí.
La fundación de Petra data del siglo III antes de Cristo. Esta ciudad de paso que unía las rutas de la seda, las especias y otras que conectaban a China, la India y el sur de Arabia con Egipto, Siria, Grecia y Roma, fue completamente excavada en la roca por los Nabateos. Es uno de los sitios más visitados del mundo, y ha sido designada en 2007 la nueva séptima maravilla del mundo. En el siglo VIII quedó totalmente abandonada, hasta 1000 años después, en 1812, cuando fue redescubierta. Con mis queridos amigos Fefa, Mercé y Rafael, nos pusimos un turbante, alquilamos un coche y nos fuimos de tour por Jordania.
Jordania es un pequeño país de Oriente Medio, una de las zonas más desconocidas para los viajeros y a su vez una de las más bellas de nuestro planeta. Pese al azote de las guerras, sigue manteniendo la magia y la pureza de sus tierras. En ese viaje tuvimos la oportunidad de dormir en una carpa en uno de los desiertos más peculiares y espectaculares del planeta, el Wadi Rum, un desierto rojo lleno de formaciones rocosas de gran tamaño, donde se rodaron, entre otras, las míticas películas “Lawrence de Arabia” y “Marte”. Nos bañamos en las aguas densas y saladas del Mar Muerto, me rebocé en sus lodos y leí el periódico mientras flotaba en sus aguas. Cuando salí del mar, volví a sentir mi piel como la de un bebé. Jordania además está llena grandes urbes y de impresionantes restos arqueológicos que vale la pena visitar.
Al igual que mis amigos, soy un enamorado de la cocina Mediterránea. Jordania no es simplemente un país precioso, sino un destino gastronómico inmejorable. La comida es absolutamente deliciosa, variada y sana. Se podría resumir la cocina jordana, en que sus platos tienen una perfecta combinación de ingredientes de Egipto, Siria y Líbano, con un toque de influencia beduina. Siempre he pensado que los países mediterráneos están en un escalón superior a los demás en lo que a gastronomía se refiere. Como en todo el mediterráneo, el tomate, el pimiento, la cebolla, el ajo, el aceite de oliva, las legumbres, el pescado, el cordero, todo combinado con las especies lugareñas y los panes tradicionales de cada país, hacen las delicias de los viajeros. No solo recuerdo de Jordania sus monumentos y su naturaleza, la calidez de sus gentes, también me vienen a la memoria sus olores y sabores, con ese colorido tan característico.
Siempre que visito un país nuevo aprovecho y me corto el pelo. Recuerdo que en Jordania quizás sea uno de los sitios donde mejor me lo han cortado, al igual que la barba, con una manera muy particular de hacerlo. Se entrelazan un hilo entre los dedos y van sacando los pelos uno por uno. Luego terminan con un masaje de cara y de hombros con unos ungüentos olorosos y relajantes. Es todo un rito convertido en arte. Después de la peluquería, estábamos listos para cenar.
En un pequeño restaurante en Petra, en medio de unos toldos a la luz de la luna, bajo un cielo inmenso y estrellado, pedimos unos mezze (entrantes variados). Todo era tan idílico que nos sentíamos en uno de los cuentos de las mil y una noches. El camarero nos trajo Hummus (puré de garbanzos), baba ghanooj (crema de berenjenas asadas), tabbouleh (ensalada fría de cous cous o bulgur con perejil y menta), falafel (croquetas de garbanzos fritas con yogur), jubebeh (albóndigas fritas de cordero, trigo y cebolla), y como no, aceitunas. El pan árabe calientito acompaña de lujo estos platos. Nos lo terminamos todo.
Hoy les traigo una receta de Hummus. Hay muchas por todo el Mediterráneo y por todo el mundo. Solo decir que es muy muy fácil de hacer. Le puede dar su especial toque personal. Ya sé que lo venden en los supermercados, pero uno hecho en casa es otra cosa… pruébelo, se enamorará y traerá a su casa un poquito de la magia de Jordania.
INGREDIENTES:
- 1 libra (400 grs.) de garbanzos hervidos.
- 5 onzas (130 grs.) de tahini (crema o pasta de sésamo).
- 1 Cucharada sopera de cominos molidos.
- 2 limones.
- 1 diente de ajo.
- 1 vaso de agua.
- 1 cc de sal.
- Aceite de oliva extra virgen.
- Pimentón dulce en polvo
- Chile en polvo.
- Perejil o cilantro.
- Pita o pan árabe.
PREPARACIÓN:
En la licuadora se ponen los garbanzos, el comino, el ajo, la sal, la pasta de sésamo, el zumo de 2 limones, un poco de aceite de oliva y el agua, y se mezcla hasta obtener una crema uniforme y lisa. Una vez hecha corregir de sal.
Se pone el hummus en una fuente y se aliña echando por encima un chorro de aceite y pimentón dulce, chile en polvo si gusta el picante y unas hojitas de perejil o cilantro.
Acompañar con pan de pita o pan árabe (también se pueden usar tortillas mexicanas).
Es muy fácil, ¿no?… a por ello.
Foto portada de stock
Nota del Chef: Esta receta es parte de una serie semanal. Mi deseo es que nos permitamos hacer un viaje por el mundo que he conocido y que descubramos recetas de comidas deliciosas y fáciles y que las adoptemos para hacerlas en casa con los nuestros para poder viajar y conocer al menos una parte de esos lugares de los que les voy a hablar.