Las alas son para mí la parte más sabrosa del pollo. Del pollo se come todo, pero las alas son definitivamente la parte que contienen más sabor.
Para muchos, las alas son un antojo que apetece siempre. Existen empresas de alimentación que se han dedicado a la explotación de las “alitas”, y las venden de muchos sabores, fritas, cocidas, asadas, a la parrilla, a la barbacoa o guisada. Han hecho de las alas todo un reclamo completo a la hora de decidir qué comer. Los menús que preparan, con sus acompañamientos, giran alrededor de las alitas. Están muy buenos.
Recuerdo los tiempos en que las alitas eran una de las presas que les tocaba a los niños. En mi casa, los mayores se repartían las piezas grandes, los muslos y las pechugas, y a los niños, les dejaban todas las pequeñas. A medida que ibas creciendo, la edad iba cambiando el estatus de cada uno a la hora del reparto del pollo. En casa se compraba un pollo y mi mamá lo partía en 14 partes, 8 para los niños, 4 para papás y abuelos y dos para las visitas que siempre teníamos.
No sé si fue por esa aceptación establecida siglos antes de mí, o porque rápidamente entendí que en un trozo de carne tan pequeño se escondía todos los sabores que me gustan del pollo. Hace ya muchos años, y tengo muchos, que he llegado a la conclusión de que del pollo lo que más me gusta son las alitas. Lo demás me sobra. Las otras partes también están buenas y reconozco que todas tienen su atractivo, pero ninguna tiene nada que hacer delante de unas deliciosas alitas de pollo.
Una época de mi vida, cuando recién salí de la universidad, mi trabajo consistía en visitar a un grupo de familias que me fueron asignadas para su seguimiento. Con muchas de ellas establecí una gran amistad, así que muchas veces me invitaban a almorzar y cómo no, muchas veces de almuerzo había pollo en sus múltiples variedades. Siempre me preguntaban qué pieza del pollo quería, yo decía que las alas, pero se lo tomaban como que pedía lo más humilde y en mi plato siempre acababa un trozo de pechuga o de muslo con contramuslo. No había manera. Me quedaba mirando lleno de envidia porque a ellos les daban las alitas.
Las alas son la base para un buen fondo de una sopa. Concentran mucho el sabor. Se pueden hacer de muchas formas. Fritas, asadas, guisadas, cocinadas, en sopa, en barbacoa. Fritas tienen un alto contenido calórico, además porque es casi la única parte del pollo al que no se le puede quitar la piel que es donde está la mayor parte de la grasa que tiene el pollo. La carne del pollo en general es magra.
Hoy les traigo una receta de alitas de pollo al horno. Están de chuparse los dedos. No son fritas y por tanto tienen menos grasa. El aliñado que les propongo es susceptible de ser cambiado, según los gustos de cada uno. Por ejemplo, en el picante. A mí me gustan que tengan su punto picantito. Eso lo dejo a cada uno. Hay restaurantes donde las sirven que aparte de preguntar por los sabores que el comensal quiere, preguntan el grado de picante que quieren.
Anímense a preparar estas ricas alitas de pollo al horno. Les van a encantar y son fáciles de hacer. Es un plato barato, fácil y que gusta a todo el que lo prueba. En mi familia me las piden muchas veces. Siempre triunfan.
ALAS DE POLLO CRUJIENTES AL HORNO
INGREDIENTES:
- 3 libras (1.5 kg) de alitas de pollo
- 2 cucharaditas de ajo en polvo
- 1 cucharadita de pimentón dulce
- Un poco de chile o cualquier picante en polvo que te guste
- Un poco de Pimentón picante, si te parece mucho picante, pimentón dulce
- 1 limón
- 3/4 taza (100g) de maicena
- Sal
- Pimienta
- Aceite
PREPARACIÓN:
Lavar y cortar las alas en dos partes, el muslito y el contra muslo. Colocar las alitas de pollo en un recipiente y salpimentar generosamente por ambos lados.
Mezclar en un bol la maicena, el pimentón dulce o picante, el ajo en polvo y el chile. Mezclar todo con el jugo de limón por encima. Añadir la mezcla a las alitas y revolcar muy bien con las manos para que todas estén impregnadas de nuestras especias. Poner a las alitas otro poquito de pimienta y un chorro de aceite y volver a mezclar. Cubrir el cuenco con film de plástico y dejar marinar.
HORNEADO:
Precalentar el horno a 435ºF (220ºC) con la opción de calor arriba y abajo.
Cubrir la bandeja del horno con papel de aluminio, así evitaremos que todo se ensucie mucho.
Colocar directamente las alitas de pollo encima de la rejilla con la piel hacia abajo y hornear 15 minutos. Darles la vuelta para volver a meterlas durante 10 minutos más. Poner el grill al menos 5 minutos (hasta que se doren).
Colocar las alitas en una fuente, añadir un poco de sal y decorar con perejil picado y ralladura de limón al gusto.
Se pueden acompañar con palitos de zanahoria, pepino y apio y una salsa de yogurt o de queso.
Nota del Chef: Cada mes de este año les traeré cuatro recetas — una por semana —, cuatro formas diferentes de entender un plato, fruto de mi experiencia al cocinar cada uno de ellos. La cocina es universal, pero a su vez, cada casa del mundo la interpreta a su manera y de acuerdo con sus circunstancias. Una comida que lleva el mismo nombre y en cambio tiene una personalidad propia reconocible, porque cada receta lleva los matices propios del cocinero y de los ingredientes del lugar donde se prepara.