Cualquier sitio del mundo merece ser conocido. Cada uno ama lo suyo, todas las personas defendemos hasta las últimas consecuencias que ese sitio de donde provienes, es el mejor lugar del mundo.
En realidad, ese cordón umbilical que mantenemos con el lugar donde nacimos y pasamos nuestra infancia y nuestra juventud, nunca se rompe. Idealizamos esa época, y todo lo que para otros es baladí, para nosotros se vuelve importante. Eso pasa con todos los aspectos de nuestra vida, y la comida es uno muy relevante. Con una facilidad pasmosa relacionamos olores, sabores, colores, lugares, circunstancias, con los recuerdos que tenemos. Por eso quiero ir más allá. Romper ese cordón umbilical y dejarnos llevar, abrir la mente para permitirnos conocer otras culturas, otras comidas, otros lugares, que vengan a engrosar nuestra cultura culinaria y nos hagan sentir ciudadanos del mundo. La comida está tan presente en nuestras vidas, que sería difícil no recordar momentos que están unidos a cosas que comimos o que disfrutamos o que nos parecieron horrorosas, y de eso va a ir esta nueva experiencia que les propongo en este nuevo año.
Les voy a hablar de mis sitios favoritos del mundo y de las experiencias gastronómicas que he vivido en ellos, que normalmente para mí están unidos a la experiencia de descubrir otras maneras de entender la comida. Momentos que recuerdo como mágicos, inolvidables, reveladores, iniciáticos, que siempre que vuelvo a probar aquellas cosas que me deleitaron en aquel momento, la cabeza vuela y revivo la experiencia vivida tan realmente, que siento ganas de volver a vivirla.
Chaulafán Ecuatoriano: una delicia desde siempre
Cuando tenía 16 años terminé el bachillerato y con mis compañeros quisimos hacer un viaje de fin de curso diferente. Todos los demás bachilleres de los otros colegios de Cali hacían su viaje a Cartagena de Indias en la Costa Atlántica colombiana o a la Isla de San Andrés en el Caribe. Nosotros decidimos ir a Ecuador. Yo nunca había salido de Colombia, y a mis compañeros y a mí nos parecía que viajar al extranjero era más interesante y apasionante, aparte de ser más barato. Así que durante todo el curso escolar vendimos en los recreos del colegio papas rellenas, papas aborrajadas, dulces y cuanta cosa se les ocurriera a las mamás, para financiarnos el viaje al vecino país.
Fue un viaje muy bonito y lleno de anécdotas. Viajamos de Cali a Pasto en un bus de línea regular. A través de amigos y conocidos, pactamos anticipadamente y usando el correo de entonces, quedarnos en sus casas para ahorrarnos lo de los hoteles. Luego el viaje continuó por Ecuador en los buses de línea de allí, haciendo jornadas interminables y agotadoras, debido a la orografía del país.
Cuando llegamos a Guayaquil recuerdo que el calor era insoportable. Los mosquitos rondaban por todas partes y el cansancio hacía estragos en nosotros. La capital del Estado Guayas es una ciudad portuaria, que tiene el río Guayas como un gran atractivo turístico. El Río Guayas es como un mar a los pies de Guayaquil. En 1978 no existía el malecón Simón Bolívar que es el orgullo y el reclamo de la ciudad actualmente. Entonces existían en la ribera del río unas casas muy humildes construidas sobre palafitos. Nuestro contacto en Guayaquil vivía en una de esas casas. La familia que nos acogió aquella noche de calor era tan amable, que ello, unido al cansancio que teníamos, hizo que aquella casa nos pareciera el mejor sitio para dormir del mundo. Aparte del cansancio, estábamos muertos de hambre. La señora nos preparó en un momento un delicioso chaulafán. Cuando nos dijo el nombre de lo que estaba haciendo, todos nos esperábamos lo peor. Pero nada qué ver.
El Chaulafán es un plato muy completo cuya base es el arroz y que lleva huevo, alverjas, zanahoria, pollo, cebolla, ajos, salsa soja y muchas especias. Para nosotros que veníamos de Cali donde lo normal es comer el arroz blanco, aquel arroz lleno de sabores y matices nos pareció delicioso. Un gran descubrimiento. Nunca lo olvidaré. El nombre me quedó grabado. Recuerdo que con Javier comentamos que nos hubiésemos comidos dos o tres platos más de ese delicioso arroz. Desde entonces cada vez que como arroz chino, recuerdo el chaulafán de Guayaquil. Vuelven a mi cabeza los recuerdos de aquel viaje tan entrañable con mis amigos de entonces. Beatriz, Marina, Cristina, Francia, Nancy, Javier. Inolvidable. El viaje continuó después de haber visitado Guayaquil, conocimos todo lo que se podía conocer guiados por el director del colegio, el Señor Edgardo. En la mayoría de las ciudades de Ecuador se pueden encontrar chifas o restaurantes de comida china, estos son los mejores lugares para comer un buen chaulafán. Después de esos días en Guayaquil, fuimos a Quito, a Esmeraldas, y Volvimos a Cali sanos y salvos, llenos de experiencias y vivencias. Nunca lo olvidaremos. Fue muy bonito.
Por los ingredientes que lleva el chaulafán, podemos deducir que es la versión ecuatoriana del arroz chino que se vende en los restaurantes chinos en la actualidad. Los restaurantes chinos no estaban muy de moda en Cali en aquel entonces. El origen de este plato se remonta a la primera ola de inmigración asiática que llegó a Ecuador. Estos inmigrantes utilizaban las sobras de las fritadas y demás comidas para añadirles arroz. Al principio se le llamaba el calentadito, porque es una receta de aprovechamiento, ya que se hacía con sobras que se comía a la hora de la merienda. En la actualidad ya no es un plato de sobras, sino un plato principal y signo de su cocina. En la ciudad de Quevedo, provincia de los Ríos, es reconocido como su plato estrella, por ser el lugar donde se creó dicho plato. Hay varias versiones de chaulafán. Lo hay de pollo, pero también lo hay de camarones, de mariscos, de vegetales. Todos están muy ricos. Yo les traigo la versión que nos hizo aquella noche la señora que nos acogió, que era con pollo y verduras. Pero la creatividad al poder… podemos volver a los inicios de este plato, y utilizar todo lo que tenemos en la nevera y haciendo un salteado con una base de arroz, prepararnos un plato delicioso y que siempre apetece comer.
INGREDIENTES:
- ½ libra de arroz
- 2 tazas de caldo de pollo o ave
- 2 cucharadas de cebolla picada
- 2 cucharadas de aceite
- 1 pechuga de pollo cocinada
- 1 cebolla grande bien picadita
- 3 dientes de ajo
- 1/4 de taza de tocino o panceta cortada en cubitos pequeños
- 1/2 taza de zanahoria picada
- ½ taza de pasas sin pepitas
- 2 pimientos 1 rojo y 1 verde, finamente picados
- 3 huevos
- 6 cucharadas de soja
- 2 cucharadas de salsa inglesa
- 3 cucharadas de cilantro picado
- 3 cucharadas de aceite vegetal
- 1 cucharada de comino molido
- ½ cucharadita de achiote molido
- 2 cucharadas de ají o chile molido
- Sal al gusto
- Para decorar cebollino fresco muy picadito
PREPARACIÓN:
ARROZ: Poner en un bol la cantidad de arroz que queremos preparar. En una olla, Poner el doble de caldo de la cantidad que hemos separado de arroz. Poner a hervir el caldo, y cuando dé el primer hervor, echamos el arroz. Aliñar con un poco de sal. Dejar cocer a fuego fuerte hasta que empiece a hacer pequeños volcanes, y entonces tapar la olla, bajar el fuego al mínimo y dejar cocer por 10 minutos más. Dejar reposar.
ACOMPAÑAMIENTO DEL ARROZ: Limpiar la pechuga de restos de gras y deshilacharla en trozos pequeños. Poner la carne en un bol, aliñar la soja y la salsa inglesa. Dejar macerar por una media hora.
Pelar y cortar la zanahoria en dados. Cocer la zanahoria, debe quedar al dente. Cocer las alverjas unos segundos.
Pelar los ajos y picarlos fijamente. Lavar y picar los pimientos en dados pequeños.
Cortar el tocino en daditos pequeños. Lavar y picar el cilantro muy finamente.
Batir los huevos y hacer una tortilla francesa.
PREPARACIÓN DEL CHAULAFÁN: En una sartén calentar un chorrito de aceite de oliva. Lo primero que saltearemos serán las pechugas de pollo que estábamos macerando. Dorar ligeramente. Reservar.
En ese mismo aceite, añadir el ajo picado, dejar que sofría muy poquito. Añadir la cebolla picada, el tocino, las zanahorias picadas, el comino, el cilantro, el ají o chile molido y el achiote.
Cocinar durante 6-7 minutos, o hasta que las cebollas estén bien blanditas.
Añadir el arroz cocido, el pollo desmenuzado, y los pimientos picados. Mezclar bien, y cocinar a fuego alto a medio alto por 5 minutos revolviendo de vez en cuando. Añadimos el resto de la salsa de soja y la salsa inglesa, los huevos revueltos, los brotes de soja y las alverjas. Mesclar todo muy bien, pero suavemente.
EMPLATADO: Servir caliente, acompañar con aguacate y espolvorear perejil picado por encima.
Nota del Chef: Esta receta es parte de una serie semanal. Mi deseo es que nos permitamos hacer un viaje por el mundo que he conocido y que descubramos recetas de comidas deliciosas y fáciles y que las adoptemos para hacerlas en casa con los nuestros para poder viajar y conocer al menos una parte de esos lugares de los que les voy a hablar.