El pollo con tomate es uno de esos platos sencillos que, cuando se hacen con buen producto y cuidando mucho el cocinado, son una alegría para el paladar porque engloban todo lo que es un buen plato: sabroso, sencillo, económico y muy fácil de preparar.
Ya hemos hablado del pollo. Hay muchas maneras de hacerlo. El pollo es muy versátil. La receta que les traigo hoy es una forma exquisita de prepararlo. El pollo con tomate es eso exactamente: pollo con una salsa de tomate, así de simple. En todo el mundo se cocina este platillo de muchas maneras, en muchas versiones. Todas ellas son muy sabrosas y tienen algo que las hace distintas a las demás.
En un viaje que hice por Honduras hace algunos años, después de visitar las ruinas de Copán, nos llevaron a un restaurante a comer y lo recuerdo como algo muy especial. Era una casa grande con techos altos y tejas de barro. En el centro tenía un patio precioso lleno de plantas grandes y muchas flores. Las mesas estaban vestidas con unos manteles preciosos y adornadas con flores silvestres. Todo era muy bonito. Me acuerdo de que pensé: “esto promete”. La comida hondureña que servían allí era sencilla, reconocible y muy deliciosa. Sabía a hogar, eso que uno se quiere encontrar cuando lleva varios días de viaje.
En el grupo con el que viajábamos todos quisieron probar los diferentes platos de la carta. Había nacatamales, chile, tapado, baleada, atol de elote, sopa de canecho, montucas y muchas otras delicias hondureñas. Yo me fijé en el pollo con jitomate.
Vuelvo y repito. Me encanta el tomate. Me gusta comerlo en rodajas con un chorrito de aceite de oliva virgen y unas escamas de sal, o con queso fresco y una ensalada fresca aliñada con una vinagreta casera de mostaza, miel y aceite de oliva. Me gusta echarle aceitunas de diferentes sabores, alcaparras, anchoas, pepinillos, chiles… alimentos que le hagan contraste a su textura y su acidez, cerrando con un buen pan para mojar todo el jugo que desprenden cuando se dejan macerar unos minutos.
El tomate es un alimento que engrandece los platos. El verano y el tomate son tan inseparables como Tom y Jerry o las fresas con crema. Este fruto brilla durante toda la estación del verano en casi todas sus variedades y nos permite elaborar ensaladas, sopas, rellenos y otras maravillas. La mayoría de las veces sin tener que encender ese aliado mortal que es el fuego. A esta fruta le encanta el sol: cuanto más sol recibe, más sabroso y más dulce es. El tomate es más veraniego que los bloqueadores solares, así que nada mejor en estas fechas que hacer platos con muchos tomates sabrosos y llenos de vida. Es todo un festival de la sencillez, el buen paladar y además luce mucho.
Muchos de mis amigos siembran tomateras en la primavera para tener a punto sus propios tomates. Es un cultivo sencillo y entretenido que da unos resultados espectaculares en todos los sentidos. La idea de comer algo que uno ha plantado es ilusionante.
La receta de pollo con tomate que les traigo es una versión libre de aquella que me encantó allá en la hermosa Copán. Es muy fácil. Espero que la hagan y la disfruten. Seguro que les va a encantar. Lo prometo.
POLLO CON TOMATE
INGREDIENTES:
- 8 Tomates rojos maduros
- 1 Cebolla cabezona grande o 2 medianas
- 2 dientes de Ajo
- 1 cubito de caldo
- 1 pollo cortado en 8 partes
- Pimienta negra molida.
- Aceite
- Cilantro picado: 1/2 taza.
- Laurel: 2 hojas.
- 1 vasito de Vino blanco
PREPARACIÓN:
Pelar la cebolla y los dientes de ajo. Picar bien pequeñito. Reservar.
SALSA DE TOMATE: lavar los tomates y cortarlos en trozos. Triturar el tomate en la licuadora para obtener una pasta. Si no les gusta la salsa con semillas o restos de trocitos, pueden pasar el tomate triturado por un colador. A mí me gusta con semillas. Reservar.
Salpimentar las piezas de pollo. Pasar por harina y quitarles el exceso de harina.
En un sartén grande, agregar un chorro de aceite y calentar a fuego medio alto. Una vez caliente el aceite, acomodar las piezas de pollo para sellar la piel con una fritura rápida. Esto se hace en pocos minutos. Hay que revisar que cada cara de cada pieza quede dorada, y luego darles la vuelta para hacer lo mismo con todas las caras. Debemos recordar que se trata de un toque ligero: la idea es sellar la superficie del pollo, no cocinarlo completamente.
Una vez doradas las piezas, sacarlas de la sartén y ponerlas sobre un plato con papel absorbente para retirar el exceso de grasa.
En el mismo aceite que hemos salteado el pollo, sofreír el ajo y la cebolla, a temperatura media. Si hace falta más aceite, agregar un chorrito adicional. Freír hasta que la cebolla se empiece a poner transparente. Remover todo de vez en cuando. Cuando esté transparente añadir el vaso de vino blanco y dejar 2-3 minutos hasta que se evapore el alcohol.
Entonces añadir al sofrito la salsa de tomate. Mezclar para que todo se integre. Añadir las hojas de laurel y espolvorear el cubo de caldo desmenuzado.
Probar y corregir la sazón con sal, azúcar y pimienta. Si la salsa está muy espesa, añadir un poco de agua. Introducir las piezas de pollo en la salsa.
Tapar y dejar cocinar alrededor de 40 minutos a temperatura media.
Después de los 40 minutos, bajar del fuego y dejar reposar.
Servir el pollo con cilantro picado por encima, un poco de aceite picante al gusto y arroz blanco para disfrutar de la salsa.
Nota del Chef: Cada mes de este año les traeré cuatro recetas — una por semana —, cuatro formas diferentes de entender un plato, fruto de mi experiencia al cocinar cada uno de ellos. La cocina es universal, pero a su vez, cada casa del mundo la interpreta a su manera y de acuerdo con sus circunstancias. Una comida que lleva el mismo nombre y en cambio tiene una personalidad propia reconocible, porque cada receta lleva los matices propios del cocinero y de los ingredientes del lugar donde se prepara