Si alguien pregunta por Edgardo Antonio Villafranco, un orgulloso salvadoreño que preside la Liga de Fútbol de Riverhead, sus conocidos invariablemente le contarán no sólo lo mucho que le apasiona este deporte, si no que resaltarán especialmente “lo gran persona” que es.
Una “gran persona” que es conocida por doquier por ser el organizador durante los últimos 12 años de un torneo de fútbol que cada año se juega desde marzo hasta noviembre y que reúne equipos latinos de todo el área, contando incluso a veces con jugadores internacionales. Los partidos se disputan, llueva o no, en el campo municipal de “La Bomba” en Stotzky Park en Riverhead y regularmente atraen a cientos de personas que cada domingo, cual fervientes devotos, van a hacer comunidad en esta iglesia deportiva, donde ríen, animan, cuentan los pesares y gritan por su equipo favorito, mientras, por un rato, se olvidan de todo y simplemente disfrutan el momento mágico que les brinda este deporte.
Sin embargo, esto no sería posible sin el liderazgo de Villafranco—a quien muchos le llaman de cariño “El Gordo” o “El Pelón”— quien desde muy pequeño en su natal pueblo de Cuidadarse en El Salvador, aprendió que el fútbol no es solo una manera de ejercitar los músculos mientras se corre tras una pelota, si no también un refugio, una manera de conectar con otros, una alegría cuando se está triste, un formador de carácter y un apoyo que solo aquellos que entablan lazos de compañerismo y deportividad entienden.
A Villafranco, esa lección se la enseñaron sus tíos, que junto a sus abuelos, no solo lo criaron, si no que primero en el Salvador y luego en Brooklyn, sembraron las semillas en él de lo que se convertiría en una misión de vida: el ayudar a la gente a través del deporte, el velar por los más vulnerables en la comunidad, sin importar fronteras o religiones.
“El fútbol he aprendido es para hacer amigos, no enemigos. Por medio del fútbol muchos cosas bonitas suceden,” dijo Villafranco.
Villafranco llegó a Brooklyn, Nueva York, en 1990 con una maleta llena de sueños a los escasos 22 años. Allí rápidamente fue acogido por un tío, quien estaba a cargo hacía varios años de una liga de fútbol en ese condado. Bajo su tutoría, Villafranco aprendió cómo se maneja un proyecto de esa envergadura, qué funciona y qué no, y el poder que existe cuando un grupo de personas se juntan por una misma causa.
Pasarían varios años antes de que Villafranco, deslumbrado con los paisajes y campos verdes del East End de Long Island e impulsado por su esposa e hijos, decidiera mudarse a Flanders, pero una vez tomó esa decisión, ya no hubo vuelta atrás.
“Mi esposa me trajo para acá y me encantó. Yo soy del campo en mi país y me gustó mucho la tranquilidad que se respiraba en esta zona,” dijo Villafranco.
Aquí montó una empresa de construcción , como tantos inmigrantes que emprenden en nuestra área, y poco a poco fue preguntando quién jugaba fútbol, buscando contactos y una manera de volver al campo de juego que tanto ama. Lo logró, sumándose como jugador a un equipo llamado “El Salvador,” y también descubrió que otro salvadoreño llevaba una liga de fútbol a pocos minutos de su casa: La Liga de Fútbol de Riverhead
Cuando el salvadoreño que entonces presidía la liga decidió dejar su puesto, Villafranco decidió trabajar por hacerse cargo del campeonato, y después de varios años de estudiar diferentes modelos de ligas, atraer equipos, pedir permisos en el municipio, aplicar las lecciones aprendidas con su tío y más, por fin cumplió su sueño en 2010.
Desde entonces, los partidos y cantos de las diferentes fanaticadas de los equipos participantes en la liga llenan de alborozo el campo trasero de Stotky Park cada domingo de temporada, donde a primera vista parece que no pasara nada, pero una vez que uno se va adentrando, no puedes dejar de sorprenderte por la cantidad de gente que es fiel a esta liga, que ahora, está más viva que nunca.
Es precisamente ese amor y fidelidad que tiene la gente por la Liga de Fútbol de Riverhead lo que le ha permitido a Villafranco liderar campañas de ayuda para los más vulnerables y recaudar fondos a través de la liga y sus seguidores.
Todo empezó con cosas pequeñas. Un jugador se lesionó durante un partido lo que le imposibilitaría ir a trabajar; otro jugador tenía un pariente enfermo, pero al no tener documentos, no podía acceder a cuidado médico. Con decenas de jugadores y cientos de familiares y amigos conectados con la liga, y siendo la mayoría inmigrantes, era inevitable que problemas como estos, típicos de la vida en Estados Unidos, surgieran. ¿Qué hizo Villafranco? Motivado por su experiencia, organizó diferentes iniciativas, grandes y pequeñas a través de los años, para ayudar económicamente cómo se pudiera a los que necesitaban.
En los últimos años dos eventos han marcado especialmente los esfuerzos de ayuda de la Liga de Fútbol de Riverhead. Dos situaciones inesperadas y tristes que trascendieron fronteras y unieron a toda la comunidad en un mismo sentir para ayudar a los afectados.
Uno fue la erupción del Volcán de Fuego en Guatemala en 2018, un devastador desastre natural que afectó a más de 1.7 millones de personas en ese país, dejando centenas de muertos y desaparecidos. A pesar de haber ocurrido a miles de kilómetros del East End, los estragos de esta tragedia repercutieron en Riverhead y más allá, ya que un gran número de la población latina que vive en esta área—muchos de los cuales son jugadores de la liga de Riverhead— procede de Guatemala.
Villafranco, tras darse cuenta y animado por varios equipos, lideró en ese entonces campañas de recaudación de fondo mediante la liga y viajó personalmente, primero a El Salvador a comprar víveres y ropas, y luego a Guatemala, a entregar todo en un albergue donde refugiados del volcán se encontraban.
Otro evento que conmocionó a toda la comunidad local y que accionó los motores de ayuda, fue el trágico incendio de una casa multi-familiar de Riverhead apenas hace un par de meses donde murieron cinco miembros de una misma familia guatemalteca, entre ellos, un jugador de la liga de Riverhead.
Inmediatamente Villafranco y los directivos de los equipos de la liga organizaron un torneo exprés de un día donde todos los fondos recaudados serían destinados para la familia de los fallecidos. La acogida fue tan grande, que alrededor de mil personas acudieron al torneo, logrando recaudar más de $15,000 dólares. Villafranco una vez más viajó personalmente a Guatemala e hizo entrega en mano a los familiares de las víctimas del dinero recaudado.
“Nunca pensé que vendría tanta gente, me quedé sorprendido y muy emocionado de ver la respuesta de la gente,” dijo Villafranco.
Villafranco dijo que quiere seguir ayudando a través de la Liga de Riverhead lo que más se pueda, sobretodo ahora que también le está ayudando su hijo Paul quien está siguiendo los pasos de su padre.
“Mientras esté vivo, y mientras yo pueda, voy a seguir apoyando a la comunidad, aquí estamos para ayudarnos los unos a los otros,” dijo Villafranco.